Cartuja de Valdemossa (no lejos de la Fundación I. Can Mossenya), en donde la escritora francesa George Sand, pasó, junto al pianista Chopin, el invierno de 1838-39, siendo ella también muy censurada por los nativos.
El abogado Jaime Grimalt, la sobrina de Pilar Montaner, Elvira Sureda, y la viuda de Borges, María Kodama. Foto: Lorenzo.
A Meizoso le sorprenden los hechos que se le imputan. “Se trata –alega el escritor– de mentiras porque nunca estuve escondido. Pero la policía británica me notificaba, el pasado 11 de septiembre del 2009, la orden de extradición dictada por la jueza Ana María San José Cabero, del juzgado de Instrucción número 5 de Mallorca. Se me acusa falsamente de ‘enriquecimiento personal’ con la posible venta del predio de la Fundación, cuando esto es imposible, puesto que su fin es protegerla, al tratarse de una entidad cultural y educativa de interés público y sin fines de lucro”. Meizoso insiste en que el fin de la Fundación es preservar el predio y no venderlo. Asegura que, desde que se iniciara el proceso, no ha regresado a Mallorca, y, desde el Reino Unido, en donde trabaja en la actualidad, se defiende con uñas y dientes. “Jamás he amenazado o engañado a nadie a lo largo de mi vida. Muy al contrario, he dedicado mi vida, desde temprana edad, a ayudar al prójimo y a alentar el descubrimiento de la verdad. Quienes me acusan, persiguen inconfesables motivos egoístas”.
“A mí –alega Meizoso–, la Fundación me ha empobrecido. Para comenzar, en el 2002, tuve que vender una propiedad que tenía en Ibiza para aportar el dinero exigido por Ley en la dotación inicial. Y desde su creación, en septiembre del mismo año, he tenido que proveer los fondos necesarios al mantenimiento (seguros, agua, electricidad, obras menores, equipos, etcétera) a costa de grandes sacrificios personales. Nunca hice ni he buscado el mínimo beneficio personal y sus bienes no pueden, en ningún caso, ser transferidos a los fundadores, ni siquiera en caso de disolución”.
Meizoso declara que, en un país con instituciones democráticas sanas, debería ser imposible perseguir a un ciudadano con el pretexto de que alguien le acuse de un hipotético crimen futuro. “Y, sin embargo –se lamenta–, es lo que está ocurriendo en Mallorca en este caso, con la malvada intención de causarme daño. La verdadera motivación detrás de las falsas acusaciones contra mí se basa en el deseo de las autoridades de Valldemossa de realizar una urbanización ilegal en parte del predio de la Fundación. Can Mossenya es un sitio declarado Monumento Histórico porque forma parte del Conjunto histórico de la Real Cartuja de Jesús de Nazaret. Pero, desde mediados de 2003, cuando Jaume Matas y Rosa Estarás tomaron la presidencia de las Islas Baleares, he sido víctima de una escalada de acoso, vandalismo e intimidaciones que me obligaron a dejar de visitar el predio, al temer por mi vida. A esa intriga inicial se suma la señorita Kodama, putativa viuda de Borges, después de que su amigo, el presidente Zapatero, la recibiera en La Moncloa, apenas instalado, y le diera una subvención de un millón y medio de euros para copiar, en Madrid, los actos culturales que yo organicé en Valldemosa, en agosto de 2001, con mis ahorros de 25 años al servicio de la salud pública”.
Mañana: Miguel Ángel Meizoso (III). Acosado por intimidaciones mafiosas.