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Me entristece saber que hay personas que consideran que están “adaptadas” al mundo real, precisamente porque han sido capaces de renunciar a seguir siendo humanas. El mundo -ya desde la escuela, a nuestra temprana edad- nos educa para competir, desconfiar de los demás y ser firmes para alcanzar nuestros objetivos personales a cualquier coste, normalmente basados en el poder, ya sea jerárquico o material.
Esa disyuntiva entre humanos y no humanos, además de excluyente, es absurda y peligrosa. Dividir el mundo entre personas y los que no lo son, es un error. Todos nacemos seres humanos y crecemos haciéndonos o no mejores personas. Pero crecer como personas unos lo consideran un privilegio y una manera de vivir, mientras que otros lo consideran una debilidad o un error, optando por dejar de serlo y/o manifestarlo, para adaptarse mejor al entorno. Y ambas opciones son libres y deben respetarse. Es más, por el bien del mundo, deberían hacer lo posible por convivir, aunque también es verdad que existe la libertad de elegir con quién o quiénes tratarse en la vida.
Todos tenemos luces y sombras y ciertos momentos en cada una de ellas. Pero cada uno de nosotros tiene también la libertad de intentar ser persona humana en cada momento y a pesar de las circunstancias, cueste lo que cueste. Y, para ello, uno solo debe dejar de tener miedo al mundo y a los demás… y cambiarlo por amor, a cualquier precio y en todo momento!