Miguel Ildefonso, poeta peruano, viajero incansable, capaz de esgrimir versos de tanta calidad como si su habitación fuese una fabrica inagotable de experiencias y de buena poesía; Nos envía desde algun tren o alguna concurrida plaza europea estos sentidos versos, llenos de simpleza y profundidad con las que Miguel suele deleitarnos.
Musa Punk
Ella era anarquista,
le llegaba al pincho las formalidades también.
No toleraba las ataduras de familia,
de escuela, de normas, mucho menos de amor
(si es que el amor era de cadenas de hierro).
Ella se jugaba los ovarios
entre conciertos anarko punks,
comida barata,
viajes largos por Europa sin correa de seguridad.
Ella era libre
hasta de su libertad: tenía un cuerpo
de chica del Renacimiento
(su belleza iba por ahí también).
Bostezaba en las iglesias, en los callejones,
en las peluquerías.
Tenía un percing en la ceja izquierda
(y eso era lo único que la ataba a esta vida).
Vieja Canción de Amor
Cuántos trenes he recorrido,
cuántos aviones he caminado,
cuántos buses he volado,
y sigo escuchando esta vieja canción de amor.
Casas en los caminos,
muchachas que estarán oyendo la misma canción.
Compré cientos de boletos,
vi miles de relojes,
perdí maletas,
perdí partidas y llegadas,
y sigo escuchando esta vieja canción de amor.
Quise bajarme a sembrar algodón,
quise saltar a robar una gasolinera,
quise correr a vivir en una isla.
Bajo los tejados los perros bostezaban,
bajo las farolas los gatos jugaban al ratón,
bajo las estrellas la gente tomaba fotos y gritaba.
En cuántos bares devoré mis lágrimas,
en cuántos cafés senté a mis zapatos,
en cuántos hoteles asesiné a las moscas.
Y sigo escuchando esta vieja canción de amor.
Los Consagrados
Qué estúpido poema he leído.
Aunque no era mío
lo he sentido como muy mío.
La poesía no pertenece a nadie.
Dios pertenece a sus creyentes.
La fe pertenece al vacío,
y el vacío es un desgarro del corazón.
Pero qué estúpido poema acabo de leer,
por dios!
No deberíamos escribir más poemas.
Todos los poetas,
premios nobeles aun vivos,
poetas funcionarios,
poetas comprometidos y no comprometidos,
poetas gays declarados abiertamente
y nunca declarados ni en sus poemas más íntimos,
poetas alcoholizados,
poetas en ciernes,
todos deberíamos ponernos de acuerdo.
Un Concilio de Niceao
algo así.
Nos deberíamos poner barbas postizas
los que no tenemos barba.
Declarar, bajo la tutela de Nicanor Parra
(yo propongo a Nicanor Parra),
que dejemos a las palabras en paz,
que un poema bueno y perfecto
es igual a otro estúpido (como el que acabo de leer).
Poema genial o estúpido
que más da!
Dejemos en paz
a las palabras.