Mil veces

Publicado el 27 enero 2013 por Furia @PauSoler5

Y ahí están.
Por un lado, un corazón poderoso que incluso sumergido en las aguas más oscuras, palpita tan fuerte que levanta oleajes.
Siempre ahí, tenaz, firme, testarudo y sobretodo incansable.
No importa si se le maltrata o abandona. Congelado o carbonizado, seguirá latiendo.
Tan indomable y a la vez sereno, como la persona a la que pertenece.
El amor y el respeto es el único lenguaje que entiende, puede permitirse el lujo de elegir quien se acerca a él.
Quizá el secreto para poseerlo es no intentar doblegarlo, no es domesticable, ni entiende de cadenas o  anclajes.
Tan necesario como respirar.
Y por el otro, está un corazón inexperto, calcinado por sus propias ansias de inmolación.
Tan difícil de encontrar que muchas veces se le dio por perdido.
Demasiado inestable para si quiera intentar comprenderse a sí mismo, demasiado pasional para acordarse algunas veces de latir.
Cuando algo le asusta, arrasa con todo a su paso con tal de no sufrir. No es posible manejarlo sin poner en riesgo aquello que más proteges.
Y quizá la única manera de poseerlo es superándolo, apretarlo y no soltarlo, enseñarle todo lo que se pierde en sus estallidos.
Tan hermoso como el exceso.
Y ahí están.
Tan inexplicable como inevitable, tan arriesgado como magnífico.
Arrullado y protegido por la serenidad y la perfección de cada movimiento, el corazón de fuego se olvidó de explotar y se limitó a arder para él. Mientras que él latirá una y mil veces por los dos.