Primera mirada
Paula repasaba el borde de la taza de café con su dedo índice. Mario sonreía nervioso frente a ella con un té rojo entre sus manos."ahora", pensaba, "si no ya no podré atreverme". El ritmo de su corazón se aceleró hasta casi percibirse a poca distancia. Y entonces...
- Me gustas- los dos al unísono.
Imaginaron sus labios rodeándose; una tarde sin tiempo; unas sábanas sin fondo.
Pero entonces, no sabían hasta qué punto estaban equivocados.
Segunda mirada
El dedo de Paula repasaba lentamente la taza de café negro. Había bebido ya casi hasta la mitad. En uno de los lados se distinguía el contorno de unos labios y una pequeña mota de carmín. Su mirada era gacha y nerviosa, que solo levantaba levemente para fijarla en Mario. Este, de igual mirada gacha pero de mayor soltura cuando se fijaba en Paula, atrapaba entre sus manos una taza de té rojo. Entonces, las respiraciones de ambos se aceleraron. Y al unísono dijeron: "me gustas".
Después se rieron nerviosos, entrelazaron sus manos y salieron de allí. Giraron en la calle donde vivía Paula.
Se despidieron en el portal con un beso y una promesa.
Tercera mirada
Vaya. Parece una primera cita. A ella se le ve más nerviosa. Ahora me fijaré. Joder. Este pie me está matando. Aquí llega el pedido. Sí. Ella lleva un perfume caro para su edad. Parece que le gusta mucho. Desde la barra no se ve bien pero él la mira como si fuera un trofeo. Han dicho algo. Parece que la cosa va bien. Paga él. No sé, pero no me da muy buena espina.