La de los días de lluvia es distinta, mimetiza solidaria con la suya. La otra, la de los días de sol, la solitaria, era mucho más dolorosa: le desgarraba la ausencia, le hería la distancia, moría en su silencio.Hoy sí, hoy va a salir a la calle, sin paraguas, para llorar a sus anchas: nadie podrá distinguir entre la lluvia y sus lágrimas.
