Revista Diario

Mis 5 peores citas II

Publicado el 24 mayo 2012 por Rizosa
Hace tiempo escribí un post-meme hablando de mis 5 peores citas que tuvo un éxito atroz. Supongo que  es porque os encantan las miserias ajenas, ¿eh, piratas? xD
El caso es que para escribirlo tuve que dejarme en el tintero otras muchas experiencias traumáticas porque entonces se hubiese convertido en el post interminable... pero hoy creo que es buen día para hacer la segunda parte y contaros alguna otra cita truculenta que he vivido en mis carnes ovinas. Que no se diga que mi imán para lo chungo está decayendo :P

-El Bob Marley
Para variar, le conocí en el interné. Si es que ya lo dice mi padre, y yo que no le hago caso: el internet está hecho para mentir. La cuestión es que de primeras parecía un chaval majísimo, muy guapo (al menos por las fotos), inteligente, friki, etc etc. Y allí que me planté yo toda ilusionada en un lugar del que no daré más detalles por si acaso para conocerle. 
Os prometo que la primera impresión fue buena. De hecho casi lloro de la emoción al encontrarme con un chaval bien vestido, oliendo a limpito, sin chanclas llenas de arena ni uñas de aguilucho. Encima era guapo, con eso os lo digo tó.
Pero con los veinte primeros minutos algo me empezó a no cuadrar. Fuimos a dar un paseo por su barrio y yo iba cargada por cuestiones que no vienen a cuento, y el chaval me miraba arrastrándome toda acalorada, tirando de mis bártulos, y no movía un dedo por echarme un cable. Vamos, que encima sonreía y todo, el mamonazo xD Fuimos a subirnos a un autobús para ir a tomar algo al centro y yo casi me escogorcio intentando entrar tirando de mis bolsas como podía... y tuvo que venir un caballero de dentro del autobús a ayudarme a entrar, y todo. Así, como lo digo. Porque el chaval este, mirando. Feliz de la vida.
El momento álgido de la cita fue cuando puso cara de niño travieso y emocionado y me suelta: "pues verás que guay nos lo vamos a pasar, que un colega me ha pasado ésto". Y va y saca una bolsita con drojas varias que yo, qué queréis que os diga, no sabría identificar porque de las únicas drojas que controlo son los gofres y los gintonicses. Yo salí de aquello espantada, y más cuando días después me mandó algún sms llamándome putFRUTA y demás adjetivos hermosos. Un encanto de niño, vamos.
-El ambiguo
Os prometo que de primeras yo no noté nada. Un chaval muy guapo, rubiazo, simpático, colega de un amigo mío. Vaya, que todos me habían hablado genial de él y yo no podía más que creérmelo. Salimos en grupo un par de veces y parecía que hubo feeling entre él y yo. Y cuando me pidió una cita a solas, acepté, claro. Por qué no. (Como veréis yo no pierdo la esperanza, aunque ya no sé si eso es bueno o malo, visto lo visto). Lo primero que llamó mi atención cuando llegó fue su aspecto. No es por ser superficial, -de hecho no suelen gustarme demasiado los cachas de gimnasio- y precisamente por eso este chaval llamaba la atención: creo que se pasaba con las pesas. Encima se vestía ahí marcando pechera, así que se le notaba más. Tenía más tetas que yo, y voy bien servida. El caso, que me lío, que el chaval apareció vistiendo en plan metrosexual marca-musculitos, y aquello no me terminó de molar del todo. Pero bueno, al menos olía bien, llevaba el pelo perfectamente arreglado y parecía todo un caballero. Démosle una oportunidad que nunca se sabe, Bea. Paseamos por el centro y el chaval se iba parando en cada escaparate, a mirarse. Encima ponía poses, en plan Gastón de la Bella y la Bestia. De mí pasaba un huevo, todo hay que decirlo. En cambio se paraba a hacer comentarios sobre los pantalones de marca de los chicos que pasaban cerca, o de el mal corte de pelo de las mujeres. Y cuando ya se sacó una foto de la cartera donde se le veía en bañador, marcando músculo, y me la dio para que yo pudiese "fardar de novio guapetón con las amigas", ya me empecé a reír a carcajada limpia. ¿EN SERIO?  Años después me enteré de que el chaval ahora frecuenta locales plumagay en Torremolinos. Si es que no las veo venir. No las veo.
-El Ted Mosby friki Los que sigáis Cómo Conocí a Vuestra Madre ya estaréis descojonciándoos de la risa, porque ya os oleréis de qué iba este chaval.
Para el resto, os cuento. 
Le saqué del interné, otra vez. Friki hasta la médula, como yo, cosa que en mi forma de ver las cosas no es negativo, sino positivo. Veíamos las mismas series, leíamos los mismos libros y tuvimos un par de charlas interesantes vía IRC. Quedamos en una tienda para ver novedades frikis y tomar un helado después, y yo a pesar de que no iba ilusionada tampoco iba preparada para lo que vino después.
Porque este chaval era del tipo friki-chungo: nunca había tenido novia, porque andaba buscando el ideal de mujer que salía en sus comics de manga. Y porque el pobre era raro, raro. Tanto físicamente como en su forma de ser y actuar... pero no voy a cebarme en esto xD La cuestión es que intenté ser amable y charlar con él un rato, nos tomamos el helado y ya está, me despedí y hasta otra muy buenas. Pero no. Al día siguiente me llegó a casa una rosa con una nota de amor (WTF!... nota para mis millones de pretendientes: no me hagáis estas cosas supuestamente románticas, que me dan corte y no me gustan nada) y empezó a llamarme por teléfono cada diez minutos para declararse y preguntarme cuándo podríamos volver a quedar.
El horró. Tardé una semana o así en convencerle de que, de verdad, no era mi tipo, que no es por no quedar.
-El legionario
Contaros esta cita me da hasta vergüenza, fíjatetú. Es lo más surrealista que me ha pasado nunca. Pero bueno, ahí va. Era uno de los habituales en mi canal propio del IRC, por lo que yo pensé que ya teníamos cierta "confianza" y que más o menos sabía por dónde iba este chaval. Era (y seguirá siendo a menos que haya ido a la cárcel por zumbao) legionario y orgulloso patriota, aunque si os soy sincera pensé que todo lo que decía acerca de honrar a la patria y tal era coña y cierta exageración simpática. Pero no.  Quedé con él una tarde para tomar algo. Como él  entre semana vivía y trabajaba en otra ciudad, en Málaga no tenía coche así que tuve que ir a buscarle a su casa. Y ya cuando se montó en mi coche me acojoné un poquito. El tío estaba acelerao: parecía un fraggel dando saltitos en el asiento y hablando sin parar a velocidades de vértigo. Vamos, que ahora con perspectiva creo que iba más encocao que la Whinehouse. La cuestión es que fuimos a una cafetería y yo le notaba raro... como ido, en su mundo. Yo le hablaba y asentía con la cabeza pero sin mirarme siquiera, con la mirada perdida en el infinito. Hasta que llegó la camarera y empezó a mirarle el escote descaradamente y a soltarle lindezas en plan "tú seguro que la chupas bien" con toda la caradura del mundo y más allá. Tanto ella como yo nos quedamos boquiabiertas, flipanding.  Y él encontró nuestra estupefacción divertidísima, y empezó a decir que a las mujeres hay que darles caña, que si no se confían. Que él por pertenecer al ejército había conquistado a muchas hembras y que ya sabe lo que queremos.  Cuando terminé mi café decidí que la cita había llegado a su fin, pero él me pidió que volviese a dejarle en su casa porque no tenía autobuses ya de vuelta. Accedí porque soy un ser bondadoso, y en mitad del camino me pidió que parase por favor, que iba a saludar a un colega al que no veía desde hacía mucho tiempo. Me dijo que fuese con él a casa de este chaval, que no me quedase esperando en el coche. Accedí. Me dejaron en una especie de salita con mesa-camilla, sola, esperando durante 20 minutos. Ellos se encerraron en una habitación y desde donde yo estaba sólo escuchaba carcajadas. Me seguí acojonando, pensando que este tío estaba mal de lo suyo y sus amigos también. Cuando ya estaba a punto de marcharme, salieron, se despidieron y el legionario y yo volvimos al coche. Él me dio las gracias diciendo que soy súper enrollá, una "tia de cohoneh".  Cojones los tuyos, muchacho. Cuadraos. Para acabar la faena, me pidió que parase un segundo en un quiosco, que iba a comprar tabaco. Aquello ya me parecía surrealista, yo sólo quería dejarle en su casa y pirarme a la mía, pero accedí. Y, como ya estaréis adivinando, se fue a por tabaco y no volvió. Esperé y esperé durante un rato aceptable, pero no regresaba, así que me piré pensando que debería dejar de quedar con hombres o terminaría mal de la chaveta yo también.
Llegados a este punto podríais pensar que yo a este chaval no le interesaba, ¿verdad? PUES NO. Me estuvo persiguiendo durante semanas para volver a quedar, invitarme a cenar y hacerme una mujer. Así, tal cual. Al final tuve que ponerme borde y decirle que soy pacifista y estoy en contra del ejército para que me dejase tranquila. Sigh.
-El Ana-Man II Le conocí en la universidad, y como todos al principio, parecía un tipo muy majo. Educado, sentido del humor y cierto atractivo de esos que dices "no es guapo, pero tiene algo".
Quedamos para ir al cine y cuando llegó me quedé a cuadros: no venía solo. Venía con SU EX, que se la había encontrado por el camino y le había hecho tanta ilusión que la invitó al cine con nosotros, que seguro que no me importaba. 
En ese momento yo debí salir pitando, pero como soy lerd y no aprendo fui educada y buena (gilipuertas) y me quedé diciendo que no, hombre, cómo me va a importar. Se pasaron haciendo manitas toda la peli, cuchicheando y lanzándose palomitas como quinceañeros. Acabó  aquel infierno y me despedí hasta siempre, deseando en mi interior que volviesen pronto a salir juntos y dejasen de embaucar a otras personas inocentes como yo en citas absurdas.
Y eso es todo, amigos. Al menos por ahora...  Amenazo con volver dentro de unos años con más expedientes-x. Avisados estáis.


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