"MIS CUATRO ESTACIONES" (6) - Hablando de Antonio Vega
Publicado el 09 mayo 2011 por JavierserranoFragmentos extraídos del libro "Mis cuatro estaciones", de Juan Bosco (editorial Lunwerg). Opiniones sobre la sensibilidad artística y la autenticidad del intérprete.
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Aceptando que simplemente por el hecho de dedicarte a una actividad artística hay una sensibilidad extra... pero ¿no estás hasta los huevos de ese sambenito de "sensible" cuando se dice de esa otra manera, con un toque lila?
Más sensiblero que realmente sensible desde el punto de vista más serio. Sensible, es decir, cursi, blando, calzonazos. Pues sí, porque generalmente aquellos que colocan esa etiqueta suele ser gente que no conoce la sensibilidad en ese sentido, no conoce. Les hablas de momentos en la intimidad de uno solo con su mundo y en el descubrimiento de cosas que te hacen ponerte en pie y decir "joder qué pasada" y se te ponen los pelos de punta. Les hablas de eso y te llaman loco, o "a ti se te va la olla", o cosas que no son capaces de entender o de asimilar muy bien, porque no pertenecen a ese mundo, o simplemente no tienen la capacidad de alcanzar esa situación. O tienen otras cosas, es decir, yo pienso que cada uno tenemos algo y que en algunos se nos manifiesta de una manera y en otros de otra, pero todos tenemos algo. O algunos lo descubrimos y otros no. Algunos tenemos la suerte de dar con aquello que nos emociona, con aquello que nos gusta hacer, con aquello a lo que queremos entregar nuestra vida y que es nuestra garantía de futuro, que en definitiva es algo que llamamos vocación, o algo que llamamos aptitudes innatas.
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Hablando de la transmisión que estamos hablando: con tres notas se puede transmitir más que con veinticinco. Con las letras también pasa algo parecido, cuando tú oyes, no ya por la calidad de la letra, pero oyes cantar un tema de desamor en los labios de Andy & Lucas y no te la crees, oyes cantar un tema de sufrimiento en labios de Bisbal y no cuela. Hay que tener una especie de legitimidad para hablar de determinadas cosas.
La legitimidad que te da el ser dueño de la historia. Cuando tú eres dueño de lo que estás contando, cuando es un trozo de tu vida, cuando es parte de tu historia, es verdad, y es real, y eso se manifiesta, y eso la gente lo nota. Pero cuando es algo que te viene dado, cuando no es tu historia, cuando por mucho que tu técnica interpretativa sea excelente, por muchas tablas que tengas, si no es tuyo, jamás va a serlo. Y cuando no lo es, no lo es y se nota, no puedes ocultarlo. Porque precisamente estás utilizando los mismos elementos que hacen creíble cien por cien una historia en alguien, son los mismos elementos que la hacen increíble en otro. ¿Qué ocurre? Aquel que no es dueño de su propia historia se está constantemente delatando. No puede evitarlo. Está utilizando el lenguaje expresivo para delatarse.
Que mejor no hacer nada
A mí me parece un poco frustrante, cuando miro hacia otros artistas, compañeros de batalla, como Luz Casal y algunos otros, me parece frustrante el hecho de no ser compositor de tus temas y estar interpretando canciones que te vienen dadas de otros. Es una putada, porque nunca van a poder alcanzar ese punto de sinceridad, de autenticidad, de realismo. Por mucho que tú pronuncies bien nunca van a ser tuyas las cosas y nunca vas a pasar de un determinado punto, una determinada línea de llegar a los demás, de que los demás se emocionen contigo, que mires al público y te encuentres a gente llorando, ese tipo de cosas. Sólo pueden ocurrir cuando la interpretación es la interpretación de tu propia vida. Es un poco frustrante subir a un escenario y vivir esa situación, ese estado de gracia que te da el ser grande para los demás, es una putada quedarte ahí y no vivirlo con toda su envergadura, con toda su magnitud, hasta el límite. Si conoces esto, lo conoces hasta la última gota; si te quedas a medias, estás en un terreno acojonante pero nunca vas a llegar. Tú puedes contar cosas acojonantes, pero yo puedo contarte cosas todavía más acojonantes.