Mis dos cortedades en la diversidad de la crianza

Publicado el 27 enero 2015 por Sylvia
Veo, escucho y leo sobre recién nacidos y bebés. Me parece muy interesante lo que la gente piensa y cómo viven las familias. En cada casa hay un universo bien singular de relaciones, sin contar con que las condiciones objetivas de cada situación, hacen que cada caso bebé-familia sea único. Simplemente, no es lo mismo tener a un prematuro que a un nacido a término. Luego están los valores, los estilos de vida, tantas cosas que nos hacen diferentes.
Así las cosas, hay propuestas con las que no estoy de acuerdo, y hay entendidos que me parecen francamente equivocados; pero asumo que seguiremos sobreviviendo como especie con todo y eso: no escandalizo. Nada más hay algo que juzgo como gran tontería: querer, en serio, que los bebés no sean dependientes. No sé si hay que poner ahí signos de admiración o de interrogación. Evidentemente: si no es porque le atienden, el bebé muere. Ya podemos estar de acuerdo o no, en cómo cuidarlo, en si conviene tenerlo en brazos o es perjudicial, etcétera, etcétera; ¿pero hacer o dejar de hacer para que no sea tan dependiente? Ya sé que en realidad, lo que quieren las personas preocupadas por "la dependencia", es que sus críos no vayan a dejar de desarrollar las capacidades para la autonomía, que habrán de ir mostrando si todo va bien. No tienen porqué saber que no hay nada peor para la independencia, que no haber tenido una buena dependencia. Pero decir que hacen o no hacen en favor de independencia del bebé... no del niño en que se va a convertir, sino del bebé que es... ¡¿?! Como a todo: si se le busca, se le encuentra el sentido; pero de buenas a primeras, me parece una tontería, qué le vamos a hacer. Más de una cortedad tenemos todos, y ahí está una de las mías.
Mi otra cortedad con estos temas, es la única idea que me hace mirar para arriba con cara de "¡por favor!". Y aquí abro un paréntesis.- Me he enterado de cosas que me parecen medio locas (como parir y llevar al niño con todo y placenta a casa, hasta que se seque -la placenta, por supuesto-), pero uso "loco" aquí en confianza, para significar: "qué extraño respecto a mi cosmovisión, qué enredosamente complicado desde mi punto de vista", siempre teniendo en cuenta que no tenemos por qué compartir significados, cosmovisiones o puntos de vista. Cerrado el paréntesis, declaro que entre todo el mundo de ideas, diferentes a las mías, realmente fuera de lo común o que rayan en lo "medio loco", la única que me hace mirar para arriba con cara de circunstancia, viene de parte de los interesados en que papá y mamá compartan la crianza, y es la de dar biberón al bebé para que el papá no se pierda el gusto de alimentarle. ¡Si son unos meses, nada más, los de tomar pura leche! Van a pasar años enteros en los que el niño o niña va a necesitar asistencia y/o supervisión a la hora de comer. Por supuesto: se puede dar biberón -con leche materna o con fórmula-, porque a los papás les da la gana; y pues sí, puede darles la gana porque el señor de la casa quiere darse el gusto; no le va a hacer daño al niño. Pero qué le vamos a hacer; yo oigo que es por eso y me hace pensar: "¡por favor!"
Silvia Parque