Lo que en principio iba a ser un pequeño cuento, terminó convirtiéndose en mi primera novela, Caraballo. Sin embargo, cuando terminé de escribirla, poco o nada sabía yo del mundo editorial. Lo primero que hice fue enviarla a unas cuantas editoriales bastante conocidas, adjuntando una carta en la que me presentaba como el humilde escritor novato que era (y sigo siendo) y les ofrecía mi obra para que valoraran su publicación. Estaba seguro de que cuando la leyeran quedarían tan entusiasmados que no podrían negarse a publicarla.
Es evidente que tan confiado intento quedó en una mera desilusión, lo cual tampoco viene mal para aprender. La mayoría de las editoriales ni me contestaron, y las que lo hicieron me escribieron en muy buenos términos aquello de "su obra no se ajusta a nuestra linea editorial". Con el tiempo descubrí que esa frase, en este mundillo, viene a significar algo así como "no eres nadie, así que ni siquiera mereces que leamos tu libro, y da gracias de que te contestemos". Para eso, prefiero que ni contesten.
Pese a la frustración inicial, no me desanimé, y decidí otra estrategia. Ya que las grandes firmas no querían saber nada de mi libro (ellas se lo perdían), decidí enviarle mi obra a editoriales más modestas. Y así es como me vi, de librería en librería, echando un vistazo a aquellos libros poco comerciales que se esconden en los peores lugares de las tiendas, y tomando nota de aquellas editoriales de nombres tan extraños que juraría no haber oido en mi vida. De vez en cuando me permitía ser sibarita, desechando aquellas que me parecían poco apropiadas y demasiado cutres para mis pretensiones de gran novelista.
Tras enviar otra avalancha de propuestas editoriales, comprobé que aquello no era tan facil como me había imaginado en un primer momento, y observé cómo hasta las editoriales menos conocidas ponían remilgos a mi novela, algo que para mí era incomprensible. El tiempo y la experiencia me ha demostrado que hay que tener los pies en la tierra, pero por aquel entonces yo estaba convencido de que mi obra me iba a catapultar al limbo de los grandes escritores, y a codearme con aquellos a los que siempre había idolatrado. Ruego dispensen mi ingenuidad.
El siguiente paso era internet. Introduje en el buscador las palabras mágicas, publicar un libro, y de inmediato aparecieron en la pantallas multitud de empresas y editoriales que se dedicaban a darle la oportunidad a escritores noveles de cumplir sus sueños. Lo que nunca había esperado era que pidieran dinero por hacerlo, pero las promesas de un próspero futuro editorial acabaron de una vez con mis reparos. Al fin y al cabo, si no era capaz de apostar yo mismo por mi obra, ¿quién iba a hacerlo? Seleccioné una de aquellas editoriales, llamada Entrelineas, cuyos libros había visto en varias ocasiones en mis librerías habituales, y les escribí. Ni que decir tiene que, en poco menos de un mes, me enviaron un analisis de mi obra, señalando los puntos fuertes y los débiles. No voy a entrar a valorar aquel informe, pero lo que me convenció fue el hecho de que realmente habían leido mi novela, algo que hasta entonces ninguna otra editorial había hecho.
Otro día os contaré como fue la entrevista con los editores, y el largo y tortuoso proceso editorial. Esepro no haberme extendido demasiado por hoy.
Mis primeros pasos
Publicado el 19 junio 2011 por MiserableTambién podría interesarte :