Esto no es una queja quejicosa, es un grito de guerra. Porque estoy divinamente harta de tantas estupideces. Que vale que el mundo actual no tiene sentido, pero...
El clímax de teclarrea se ha visto cortado estos tres días por estar a prueba en un empleo hostelero. No quise decir nada por la antiquísima superstición de que se jodiera el asunto. Según me comunicaron esta tarde no hay permanencia, así que reescribo este post dejado a medias.
Corriendo tras la barra no he tenido tiempo para mucho pensar, cosa que hacía al volver a casa durante la dosis (mínima) de ordenador, teclado y escritura. Durante las primeras horas, ha planeado una sensación global como de buen humor, por lo que tiene de chiste situacional.
El paro me estrangula, ya lo sabéis. Y no ofertan nada más que mierdas, también lo sabéis. En las que ni siquiera me acaban seleccionado, para más jodienda mental. Mi perspectiva era ir a la presentación de una revista y participar en el Bloomsday (a leer el capítulo 18 que odio con toda mi alma) para entretenerme el finde, tras otra semana dedicada a trabajar buscando trabajo. Pero cuando menos lo esperaba, una llamada para estar de prueba.
La cosa era en serio esta vez. No era ayudar un poco en el local, como si fuera empleada, porque acabábamos ahí jueves, viernes y sábado casi desde apertura a cierre. Ni era la cafetería donde pasaba horas escribiendo, pusieron mi nombre a un café (con otros añadidos secretos) y conocía la vida de los dueños (periodistas retirados antes de ejercer, por cierto). Pero bueno, en la oferta especificaba que no era necesario acreditar mucha experiencia.
El problema es que la misma historia se repite, la sensación de que te toman el pelo pero no hay otra salida. "Prueba" sin contrato, quién sabe si también sin dineros al final. Todo ilegal, como Ejpaña manda.
Pero la situación es algo cómica. Cuántas historias repetidas, una y otra vez, de las estrellas de Hollywood que empezaron de camareros. Y cuántos compañeros, de carne y hueso, que también eran camareros del mismo estilo, o DJ's, para sacarse unas perrillas, pagar los viajes o vestuarios para las actuaciones.
Ahora, esa gente (la de carne y hueso que conocí) ocupa el mismo lugar abstracto que las estrellas de Hollywood. La mayoría hacen películas y cortos, actúan o dirigen. Los que eran músicos, dan conciertos como churros y tienen sus fans. Los que quedan, son presentadores/guionistas de postín. En resumen, el pan asegurado de lo suyo.
Curiosamente, no conozco en mi plantilla de seres humanos a nadie que quisiera ser escritor.
Esto lleva a la duda, muchas veces, de qué coño pasa aquí. Surgen palabras como destino, predestinación, suerte, enchufes y tonterías similares. La circunstancia medio cómica son mis horas vitales gastadas en un montón de actividades creato-artísticas, sin obtener ningún resultado. Y el porcentaje de compañeros directos e íntimos en esas áreas que "lo ha conseguido" es demasiado alto, calculo un 85%. No conozco a nadie que conozca a tantos famosos en lo suyo, y además antiguos amigos.
Entonces pienso que me he equivocado, 'debería' haberme volcado en lo de escribir. Literatura, guiones de cine, teatro... pero escribir. Tampoco. Pierdo la cuenta de ocasiones bienintencionadas que me dijeron "si no has conseguido nada a estas alturas, lo mismo no sirves para esto".
Descubrir (tarde) que ese miedo es infundado: en las letras también abunda, como en otras partes o más, el lameculismo, los enchufes y los favores. Y, como en lo demás, el valor creativo-artístico tampoco es proporcional a la fama o ventas efectivas del autor.
Todo eso me lo planteo, a estas alturas, de manera capitalista por mucho que me disguste: ni es fama ni reconocimiento, puntualizo. El factor depresivo de que toda esa gente esté ahí es que se traduce en un sueldo; mientras que yo no tengo nada realmente importante a nivel profesional, y ahora por no tener, ni subsidio por desempleo, ni empleo.
Por lo demás, volviendo a lo de este trabajo de camarera, aunque el empresario ha reconocido que soy muy trabajadora y no paraba quieta y todo muy bien, básicamente me hizo currar a destajo para verme mover el culo. Que le dí morbo el día previo de entrevista, dice. Y estamos hablando de una cafetería normal y corriente de viejunos, con otras trabajadoras normales y corrientes, lo mismo que yo soy normal y corriente del montón. Que después de darme una cantidad en negro (bastante por debajo de las horas reales trabajadas) a modo de finiquito que si quería enrollarme con él. TÓCATE LOS OVARIOS A DOS MANOS. A DOS MANOS.
Lo que más rabia me da es que la neotenia no se me ha curado, y eso crea una fisura inestable por la que cualquier día se desparramará mi cerebro. Tengo 33 y me echan 25-26 años, en persona. Me "tratan" como tal post-adolescente. Pero no me seleccionan para ofertas de trabajo "cara al público" con tope a los 30, por la cifra (que presupone arrugas o redondeces donde yo no las tengo). SOIS TODOS UNOS PUTOS ENFERMOS.
¿Y os conté aquello de cuando dejé a los 30 un trabajo de "jefa" en un medio local hiper-cutre por una oferta en la redacción de otro medio más importante? ¿Que el trato de los compañeros era raro, paternalista y lamioso, pero no le di importancia por ser la "nueva"? ¿Que resultó que todos pensaban que tenía unos 20 y pocos años, recién salida de la universidad y que era "la becaria"? ¿Que incluso era muchísimo más vieja que mi jefe directo? ¿Que al enterarse de mi edad, empezaron a tratarme como una igual? Otro día lo cuento. Repito, UNOS PUTOS ENFERMOS.
Y yo una tonta, pensando que engordar cambiaría algo, y muy orgullosa que estaba de mi dieta y haber ganado 10 kg. Veo que no ha servido de nada. Este mundo está muy loco. LIBERTAD PARA LAS DELGADAS NATURALES, dejádnos en paz, enfermos mentales.
La otra cosa que he descubierto es que, por mucho que en mis estructuras mentales no sea así, que ya me considero igual sin tener que recordar ningún panfleto externo, el mundo sigue estando dirigido por hombres, para y por los hombres. La inteligencia y todos lo demás asusta. No os confundáis, nosotras también estamos pensando SIEMPRE en LO MISMO, así que la excusa de la testosterona o el "somos así" es igual de espúrea que cuando la Tierra tenía 6.000 años porque lo decía la Biblia cristiana. Pero no se nota.
Y entonces recuerdo, justamente, la frase Libres para nada sacada de un texto de Simone de Beauvoir, demasiado quejica para mi gusto.
Ahora, con los años, es cuando empiezo a pensar mal, y que ese discurso victimista-feminista-quejicoso lo mismo no estaba tan errado.
Misery para todos.