Los temas del grupo sufren una ligera transformación al subirlos a un escenario, aumentando la intensidad de la música y dejando de lado esa faceta más intimista que tienen sus discos para convertirse en una banda de Rock alegre y melódica, con gusto por la proximidad con la audiencia y una gran capacidad para animar el ambiente. El gran trabajo de la sección rítmica, unido al espectacular aporte de guitarra y teclados, allanaron el camino para que el cantante pudiera divertir y divertirse, además de conseguir el apoyo de todos los presentes desde el primer momento.
A pesar del calor de la sala, Mishima no escatimaron ni un solo esfuerzo y encadenaron un tema tras otro, consiguiendo arrancar ovaciones tras cada canción y obsequiándonos con dos bises, momento en el que aprovecharon para repasar éxitos anteriores. El público no dejó de aplaudir, animar y corear todos los estribillos en lo que fue una noche de las que no se olvidan, por la maravillosa complicidad que se consigue entre músico y oyente.
El sonido no entorpeció el ritmo de la noche y permitió que disfrutásemos de la banda con corrección y claridad. La sala Zero es una de aquellos lugares que siempre han apostado por el directo y merece el reconocimiento.