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Misterio resuelto: veinte ministros se reunieron para discutir precios del papel higiénico

Publicado el 04 junio 2013 por Perropuka

Misterio resuelto: veinte ministros se reunieron para discutir precios del papel higiénico

Cochabamba: aprestándose a firmar el acuerdo de compraventa de papel higiénico

Ahora que el presidente Nicolás Maduro está de gira por Nicaragua -para legitimarse ante sus amigos revolucionarios, dicen, porque tal parece que en su país no goza de tal aceptación-, es bueno recapitular que hace una semana atrás se vino a Cochabamba tras la maratoniana posesión de su chillón colega ecuatoriano.  Llegó visiblemente agotado el Chewbacca de la política, tan alto, corpulento y extrañamente silencioso, que su cabeza casi rozaba la puerta de su nave bolivariana. 
En su lucha incansable contra el Imperio no hay tiempo ni para el bostezo, así que nos madrugó a los cochabambinos, plantando su pesada humanidad a las dos de la madrugada, mientras la mayoría hacíamos justicia a la cualidad de ciudad dormitorio. Horas después, viendo las imágenes televisivas, nos percatamos del sacrificio de las autoridades locales que fueron a esperarlo pacientemente al aeropuerto. Por primera vez sentimos que se merecían su salario. Y más todavía, recordando que esa noche había llovido y hacía algo de frio.
Parece que corrió la noticia de que El Valle es el mejor sitio para reposar los pies adoloridos. En todos los rincones de la galaxia se sabe que acá se come abundante y delicioso, mientras se contempla un jardín con fuente tipo colonial. El mejor ambiente Zen posible, muy lejos del bullicio y agitación de La Paz y Santa Cruz. Visto así, que sigan llegando los viajeros importantes de todos los confines del universo, porque da gusto que nuestro alcalde se ponga a maquillar algunas avenidas y jardineras. Ojalá, con el tiempo se vuelva una costumbre, o mejor, una política institucional permanente. Esta vez tocó la operación de limpieza a la colina de La Coronilla, en cuyo coliseo cerrado de su cima, Maduro fue presentado luciendo un poncho verde petróleo, guirnalda de coca y casco de minero, a la multitud embobada que se preguntaba quién era ese gigante de bigote que le llevaba una cabeza al compañero presidente Morales.
Maduro no había llegado solo, como todo buen príncipe heredero que quiere dejar impresión, se trajo una enorme comitiva, entre ellos, su célebre aparato de vigilancia encargado de quitarle cincuenta metros de inseguridad a la redonda. Yo mismo fui testigo, de cómo de un hotel entraban y salían constantemente gentes con acento caribeño y alguno con la camiseta Vinotinto , dando órdenes a sus colegas bolivianos, según pude oír a la pasada, mientras vehículos con placas oficiales y vidrios polarizados daban rondas por la zona. 
Entretanto, en el gigantesco hotel que el año pasado había sido la sede de la reunión anual de la OEA, se desarrollaban tremendas reuniones entre distintas comisiones, presididas por diez ministros venezolanos y sus contrapartes bolivianos. Aún recuerdo que, un presidente neoliberal tenía apenas diez ministerios para manejar todo el aparato estatal y, al contrario, Evo el Austero tiene veinte ministros, nada menos, si alguien duda de su política de austeridad. Perdonen la distracción entre tanto papeleo verbal. 
Que yendo al meollo de la cuestión, los ciudadanos no entendíamos por qué tantos burócratas se reunían para discutir y firmar los acuerdos consabidos entre gobiernos amigos, que llevan nombres más floridos que los manteles de las mesas utilizadas como los socorridos acuerdos de Cooperación Estratégica, Intercambios de Experiencias, Reforzamiento de la Amistad entre Naciones Hermanas, Pacto por la soberanía y dignidad de los Pueblos,  Plan regional de Lucha, Independencia Alimentaria con Soberanía, y otras cuestiones más ambiguas que un código maya.  
Ciertamente, muy difícil resulta ser franco y directo en el terreno de la política. Por lo que se ha visto, la delegación venezolana estaba ansiosa de darse un descanso lejos del maremágnum en suelo patrio. En el par de días completos que se quedaron, Maduro y sus ministros, aprovecharon para reponer fuerzas y, de paso, acordaron comprar algunos productos bolivianos para ayudar a paliar la escasez. Pero siendo honestos, Bolivia no está en condiciones de exportar gran cosa en el rubro de alimentos, de manera que satisfaga el enorme y hambriento mercado venezolano. Hace unos días, nuestro gobierno ordenó la importación de harina por el alza repentina de los precios, así que la tan cacareada soberanía alimentaria está lejos de hacerse realidad. Lidiando todo el tiempo con problemas de abastecimiento interno, poco podemos hacer por la causa bolivariana. Si acaso, podríamos llevarles energía eléctrica embotellada, pero esa tecnología no se ha desarrollado todavía, desgraciadamente.
Así pues, luego de una semana de retraso se anunció, por fin, qué productos se les iba a vender, no sabemos si por vergüenza o por lentitud burocrática el motivo de la reserva informativa. Un día atrás, partió el primer avión con un envío de papel sanitario, detergente en polvo, jabón líquido, champús y otros productos de limpieza cuidadosamente empaquetados bajo el letrero orgulloso de “Hecho en Bolivia”.
Acostumbrados a la torpeza e improvisación, los servicios diplomáticos nacionales, esperemos que esta vez hayan tenido el suficiente tino de instruir a los hoteles la dotación extra de papel toilet suave y perfumado y jaboncillos a todas las habitaciones para los huéspedes ilustres de Venezuela. Para que se lleven un buen recuerdo de nuestro país, ya que llevarse toallas está pasado de moda.    

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