Revista Diario
Moda Fashion
Publicado el 19 marzo 2014 por PetraLa II Guerra Mundial propició una moda masculinizada, mustia y excesivamente funcional que obtuvo con el “New Look” de Dior una contundente respuesta. Christian Dior volvió a apostar por las líneas femeninas y ceñidas que, a su vez, fueron desdeñadas por la siguiente reina de la alta costura, Mademoiselle Coco Chanel.
Cuestionar lo que ya se ha hecho, aportar algo diferente y “conectar con las necesidades de la mujer y del hombre de cada tiempo” componen el manual de estilo de cualquier diseñador que aspire a crear prendas eternas, como la chaqueta de “tweed” que popularizó Coco Chanel, el esmoquin femenino de Yves Saint Laurent o el vestido saco que Givenchy y Balenciaga crearon en 1957.
El público busca, según la época, libertad o recato, originalidad o tradición, exotismo o moda comedida, y la satisfacción de esas necesidades es lo que convierte un diseño en hito. El busco cónico de Jean Paul Gaultier que inmortalizó Madonna en los 90 o el bañador de dos piezas que idearon Louis Réard y Jacques Heim son ejemplos de cómo una prenda puede convertirse en símbolo de toda una generación.
Precisamente, el biquini de Réar y Heim representó “una era de libertad y licencia sexual durante la posguerra”, explica Lola Escudero, aunque los posados de Marylin Monroe y Brigitte Bardot también ayudaron al apoteosis de ese minúsculo traje de baño que, por dejar al descubierto zonas erógenas, no fue aceptado hasta 1960.
La relación entre moda y cine también ocupa un lugar privilegiado en “Cuando la moda es un arte”. La cazadora de cuero negra que hizo irresistible a Marlon Brando en “Salvaje” (1953), los ajustados pantalones vaqueros de James Dean en “Rebelde sin causa” (1955) o el fabuloso vestuario que recreó Ralph Lauren en “El gran Gatsby” (1974) revelan que el hábito también hace al monje.