En el primer episodio de los Molidocumentales, expliqué cómo las tías, jamás estamos a salvo de caer en un momento de gacelismo que nos haga sentir vulnerables, débiles y completamente imbéciles.
Una tía puede estar fenomenal con un tío, él mirarla fijamente por algo y sin quererlo ni beberlo ella se sumirá en un bucle de pensamientos del tipo: ¿Por qué me mira así? ¿Tendré un moco? ¿Me verá gorda? ¿Estará pensando en otra? ¿Estará pensando en cómo decirme que quiere dejarme?....y así hasta el infinito.
El tío sobrado está en el otro extremo del pensamiento vital.
Tu a un tío sobrado no le miras, no sabes si quiera que existe y él piensa: “está loca por mi”
Tal cual.
El espécimen “Sobrado” solo se da en el mundo masculino. Entre las gacelas, no existe.
El tío sobrado vive en un mundo imaginario dónde él es un conquistador, es arrebatador, atractivo, sexy y todas las tías del mundo quieren liarse con él. Tal cual. Absolutamente todas, incluso las que no le conocen de nada.
Un tío sobrado tiene su encanto, no lo vamos a negar. Puede ser alto, guapo, inteligente, divertido o nada de eso, pero tendrá cierto atractivo. Y ahí está el quid de la cuestión, tiene cierto atractivo pero no lo tiene todo y ese cierto atractivo puede tener su público, pero no lo tiene todo. Es decir, el tío sobrado caza gacelas como chinches, con un aleteo de pestañas caen rendidas a sus pies, pero no caza leonas. El problema es que él cree que si.
Cuando eres una pobrecita gacela tímida, inexperta, apocada y con mucho miedo, flipas la primera vez que el Tío Sobrado se te acerca. Puedes no haberte fijado nunca en él, puede que nunca te hayas planteado que te guste, pero eso da igual, él lo sabe todo, sabe incluso cosas de ti misma que tú no sabías. Va sobrado.
Por lo que sea, al tío sobrado le has gustado como gacela y viene a conquistarte, dando por supuesto que tú ya babeabas por él desde tiempos inmemoriales. Por supuesto le da igual que haga 3 días que le conozcas o 3 minutos.
Él ya sabe que estás loca por él y como tú eres gacela y boba no lo dudas ni por un momento. Te hipnotiza con su verborrea y su seguridad y acabas en el catre con él sin casi darte cuenta. Al principio te hace gracia que vaya tan sobrado, pero al final te atrapa y ahí acabas. La noche puede ser fabulosa o un desastre pero eso también da igual, bueno a ti no te da igual, pero al sobrado sí, porque él sabe que ha sido la mejor noche de tu vida. Lo tiene tan claro que incluso te puede hacer dudar de tu capacidad para valorar un buen empotramiento. Un tío sobrado te obnubila y te encuentras interpretando un papel sin ni siquiera darte cuenta.
Por suerte, mientras el Sobrado se queda anclado en su papel de galán a medio camino entre Red Butler y Bertín Osborne, tú evolucionas a leona y lo dejas atrás, muy atrás, tan atrás que cuando de repente te vuelves a encontrar con uno de ellos, flipas.
Primero flipas y luego te descojonas. Muchísimo.
Conoces a un tío, donde sea, en el curro, amigo de tus amigos, un contacto de alguien, lo que sea. Un trato cordial, correcto, agradable. Una charla intrascendente y sin más complicaciones. Todo muy educado y muy correcto porque ya tenemos una edad y a otra cosa mariposa.
No le has prestado ni medionanosegundo de atención más que el estrictamente necesario para ser educada. Es posible que hasta te hayas olvidado de su nombre, su pinta o de qué le conoces, y de repente recibes un mensaje o te lo vuelves a encontrar en una fiesta, una reunión o por la calle y para tu sorpresa bate pestaña y te dice: “la otra vez te escapaste”.
¿Perdona? No das crédito. Es tan increíble que piensas “No puede ser. Lo he oído mal, estoy sobada o borracha o drogada con Dalsy o me confunde con otra, no puede ser que me haya puesto ojitos y haya dicho eso”.
Educadamente y con pose de leona le contestas algo frívolo para facilitarle una salida digna antes de precipitarse por la pendiente del más absoluto de los ridículos.
- Jajajaja, no me escapé a ninguna parte, estuve por ahí.
Al mismo tiempo, intentas recordar el encuentro a ver si es que hiciste algo muy de gacela y el tío se ha hecho la picha un lio.
- No te perdí de vista, pero tuviste miedo y te fuiste.
¿Perdona? ¿Qué? ¿Cómo es posible? No te acuerdas, no tienes ningún recuerdo imborrable de él, lo borraste de tu mente según os despedisteis. ¿Qué hiciste para que se haya montado esa peli? Por un momento piensas...”Mierda, tengo cara de niñata impresionable”
Te está entrando la risa, pero decides darle otra oportunidad de reconducir el tema. Eres una leona y molas mil (eso es obvio) y aunque en esa charla educada y absolutamente superficial no recuerdas haber derrochado tus encantos (porque te la pelaba completamente) a lo mejor el tío tiene interés en conocerte. No quieres ser cruel, así que le enseñas el camino, lo mismo podéis ser amigos y echaros unas risas luego.
- Pues mira, no sé, pero vamos la próxima vez, me dices algo y charlamos un rato. - O salimos a cenar...aunque no creo que te atrevas.
¿Perdona? Se te salen los ojos de las órbitas. Buscas la cámara oculta y piensas que está borracho o drogado o te confunde con otra. O no le has oído bien y le vuelves a dar la oportunidad de hacer algo digno…
- Si vale, pues a cenar la próxima vez, lo que tu digas. Ya si eso me avisas y vemos si es posible. - Eso dices ahora, pero luego no te atreverás, tienes pinta de buena chica…
Aquí ya directamente te descojonas. Casi le puedes ver a lo Danny Zucko sacándose el peine del bolsillo y diciendo “nena, estás loca por mi y sé que besas el suelo que piso”. De hecho, casi escuchas a los Burning
¿De dónde ha salido este pavo? No me conoce de nada, le he prestado la misma atención que a la impresora de mi curro (o puede que menos) ¿y se ha montado una peli en la que él es Rhett Butler...y yo Escarlata?
Entonces se te enciende una luz que alumbra tu pasado remoto como gacela y dices. ¡¡ No me lo puedo creer!! ¡Es un tío sobrado! Pensé que se habían extinguido, …y aquí tengo uno Suma Cum Laude, Doctor en la Especialidad.
Te ríes y con los Burning sonando de fondo, te entra como ternura…tan mono, tan previsible, tan perdido. Te dan ganas de arroparle y decirle “Si campeón, eres el favorito de mami”...pero te contienes y sutilmente le indicas el camino por donde se han marchado las gacelas.
En el fondo, casi le envidias esa autoestima, aunque sea imaginaria.
Voy a ver si la pongo en práctica, no es que Gerard Butler pase de mí, es que le doy miedo.