Revista Talentos

Momento de partir, momento de empezar…

Publicado el 15 octubre 2014 por Daianaryndycz
Y llegó el día de partir de la ciudad donde viví los mejores años de la joven vida universitaria, donde no sólo logré obtener un título gracias a la gran técnica “culo y silla” por horas y horas sumado a fotocopias, apuntes, resúmenes, filminas, clases… sino que también logré crecer, madurar, dejar de ser una adolescente y comenzar a convertirme en una mujer (con alma de niña siempre) y por sobre todas las cosas el mejor logro sin dudas fue hacer amigos de esos que son PARA TODA LA VIDA, además de conocer a mi gran amor y compañero de aventuras. Partimos!!Salimos de Bahía Blanca a Viedma cargados, mejor dicho RE-CARGADÍSIMOS, no solo de ropa, libros y abrigo, también llenos de ilusiones, sueños y mucha ansiedad.Las despedidas fueron lindas, algunas lágrimas, abrazos fuertes, chistes, recomendaciones y suerte, muchísima suerte y buenas vibras, tantas que me lleno un par de bolsos más.Tanto las cuatro horas desde Bahía a Viedma, como el largo e intenso viaje en el Tren Patagónico hasta Bariloche fueron geniales. Yo tenía una sonrisa gigantesca de oreja a oreja que no se borraba ni una milésima de segundo; no podía parar de decirle a Migue lo feliz que me sentía. Cuando pasamos por Mi querido San Antonio en la estación estaba toda mi familia esperándonos bajo una llovizna finita para darnos algunas provisiones para el viaje (que nos vinieron de diez) y para llenarnos de alegría y esperanzas para todo lo que se viene. No es la primera vez que veo a mi familia con los ojitos lagrimosos y sus caritas emocionadas por verme emprender algo nuevo, pero esta vez sentí que ya no me miraban como a esa pequeña niña, sino como a una mujer en busca de su camino al lado de un compañero de oro, y me sentí terriblemente feliz. Durante el viaje compartimos los asientos con tres mujeres y una nena de cinco años, Sofi, que viajaron de Viedma a Valcheta así que sólo estuvieron en viaje cinco horitas que dieron lugar a varias charlas, algunos mates y mucha risa. Una vez que bajaron como no subió más nadie en el sector donde nosotros estábamos, como ya eran las doce de la noche, nos dimos el lujo de ir acostados desparramados entre los asientos como si fuéramos en camarote. Viajar desde el mar a la montaña en el Tren Patagónico es una elección que siempre voy a recomendar. Llegamos a la estación y haciendo magia para cargar todos los bártulos que llevamos, nos tomamos un taxi y fuimos a la hosterría donde nos alojamos por dos meses antes de ir a nuestra casita en Península San Pedro, al lado del hotel donde voy a trabajar. Olga, la dueña de la hostería, nos recibió con mucha buena onda y nos mostró el lugar, donde enseguida nos sentimos muy cómodos y conocimos el resto de la gente que también está parando ahí. Y así es como empezó el principio de nuestra vida en Bariloche, lleno de emociones a flor de piel y ganas de disfrutar cada rincón de este lugar que estoy segura que nos dará miles de Momentos por Atrapar.

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