Verano tórrido,
Asfalto afiebrado que revienta pasiones y pies desnudos hundidos en mares de sentimientos. Aturdidas cabezas que sueñan pesadillas de viejos encuentros pero que gozan mieles que parecen sabores nuevos. Actividad desenfrenada de movimientos lentos que surcan cielos de presagios de inviernos. Olor a nuestro, a nuevo y a quemados lamentos. Desasosiego calmado que revienta por dentro en calores desventurados que corren riesgos de ser evaporados o regados con frescos buscados en sombras deseadas. Sonidos de fiesta que aparenta ser eterna y que se diluyen, siempre, a lo lejos.
Convertida en música tomo helados de viento con sabor a pimientos. Mi mente vaga somnolienta y despierta sobresaltada ante mágicas visiones de cuentos reservados que recuerdan sueños viejos. Siestas gloriosas que desembocan en un millar de gotas de sudor que abren caminos, puertas, ventanas y que van a bailar a la plaza cercana. Descansos cansados.
No bajaré a la piscina. Te espero en casa. Me haces una perdida, bajo en dos segundos y medio. Paseamos y regamos la garganta con clara fresca y mientras te cuento.