John Lavery, Atardecer de octubre, 1887
Un baúl vacío
Un escritorio desierto,
Sobre éste la máquina de escribir,
Y las teclas que saltan dejando espacios amarillentos.
Mis manos entumecidas,
Y el frío polar que sale de adentro.
Ayer las hojas arrugadas volaron
Quedando a mil kilómetros del mar,
Y este amor
Que cobijaba como una manta sobre los hombros
Se disuelve ante mi mirada,
Como la nieve cuando acaricia la acera
Bañada por el sol de la tarde temprana.
El vacío clama ausencias
De penas y poemas.
Nos apresuramos a evitar
El roce de la piel
Y los lugares comunes.
La distancia, esta nueva amiga,
Ardua e insistentemente
Pugna por ser y delimitar.
El río seco,
Tu ojo izquierdo opaco,
La agonía en la comisura de mis labios,
El exilio de la pasión,
El pulso monocorde y hastiado,
Tu actitud cobarde,
La noche eternamente larga,
Y yo que me niego
A seguir aquí un segundo más.
perro1970, hastío, poema, amor, agonía