Fecha: 8 de Agosto de 2010
Lugar: "Mont Nacra"-Sant Andreu de Llavaneres-Barcelona-Spain (ver en Google Maps)
Hora Entrada: 10:20 Hora Salida: 11:01
BAR Entrada: 200 Bar Salida: 40 (tiene una explicación)
Profundidad: 19.5m
Tiempo en el Fondo: 41'
Medio: Agua Salada con algo de corriente. Salida en barco.
Temperatura Agua: 21 grados centígrados (exterior 30)
Visibilidad: Media durante la inmersión tirando a mala al finalizar.
Paradas: 5m:3'
Centro de Buceo: Subsiluet
Tras un buen madrugón para ser un domingo, me levanté a las siete de la mañana, arrastrando a mi familia, nos dispusimos a recorrer la carretera que nos llevaba a Sant Andreu de Llavaneres, en la comarca del Maresme.
La hora de reunión eran las nueve de la mañana en Port Balís, el puerto deportivo de la población. Llegué cinco minutos tarde por un pequeño cambio de planes que surgió a última hora y no dependía de mí, cosas del directo que dicen.
Allí conocí inicialmente a Oscar, "The Boss". Tras la comprobación que yo tenía todos los papeles en regla (título y seguro) hablamos de mis necesidades de la inmersión: La botella y un par de quilos de plomo. Aquí ya iniciamos de buen rollo y me estuvo dando buenos consejos sobre el lastre, que siempre son bien recibidos de alguien con tanta experiencia en este deporte.
A partir de ahí, a cambiarse. Ponerse el traje, al menos hasta la cintura, y cargar con el equipo hasta el muelle para abordar el barco. Allí me esperaba mi botella, un doce. Monté el jacket (esta vez correctamente), y detecté una pequeña muesca en la junta de la conexión (mi jacket posee conexión INT). Lo comenté y no se habló más, ante todo era que yo buceara cómodo, y se cambió la junta.
Conocí a los que iban a ser mis compañeros de inmersión. Ya habían buceado en varias ocasiones con el centro. Toni, Miquel y Fran. Pedro, otro instructor, gobernaba la barca.
Llegados al punto en el que inicialmente teníamos que sumergirnos, "La Barra", vimos que había ya al menos dos barcos con varios submarinistas preparados para lanzarse al azul, así que nos movimos a otro punto, el denominado "Mont Nacra". Al parecer, allí hay grandes Nacras (Pinna nobilis), digo al parecer, porque no alcancé a ver ninguna.
Lanzamos el ancla. Me comentaron que allí bajaríamos en vertical hasta aproximadamente los dieciséis metros de profundidad, algo que en sí, siendo mi segunda inmersión "seria", ya me infundió respeto, ya que mi profundidad máxima de inmersión habían sido dieciséis metros y medio, pero no en vertical. Todos eran muy experimentados, así que me sentí arropado en un principio.
Salté al agua con todo el equipo puesto (paso de gigante), preparé mi máscara y me acerqué, con ellos, al cabo del ancla. Desde allí debíamos bajar y esperarnos en el fondo. Teóricamente, uno de ellos, iba a ser mi compañero en esta inmersión.
Aquí se inició lo que sería mi pequeño infierno del día, y mi estreno de mal momento en este deporte. Ellos bajaron a plomo. Una velocidad interesante a mi juicio. Intenté imitarles, pero no hubo forma. Había vaciado mi jacket y mis pulmones, pero nada. Veía como se iban todos hacia el fondo.
Al llegar a los ocho metros miré hacia abajo y no había nadie, hacia arriba, y tampoco. No sé cómo ni por qué, pero empecé a respirar con mucha velocidad. Necesitaba aire y no tenía suficiente. El miedo se apoderó de mí. Me detuve. Seguía hiperventilando. Miré hacia abajo de nuevo, no podía seguir, debía subir rápidamente. Era horrible. No había suficiente aire para mí. Inicié un ascenso sujetándome al cabo, a fin de cuentas, llevaba un minuto ahí, aunque me pareciera bastante más.
Al subir dos metros, me dí cuenta de que si lo hacía, no volvería a bajar. Me detuve. Cerré los ojos. Controlé mi respiración. Me puse cabeza abajo, y empecé a bajar sin prisa. Enseguida los vi. Estaban allí, al pie del cabo, esperándome. Mi compañero también estaba allí. No había estado a mi lado. Me había dejado solo en mi segunda inmersión. Había dejado solo a un novato.
Al llegar al fondo, comprobé mi manómetro. 150. Había consumido el veinticinco por ciento de mi aire en la bajada. Aquello no iba a durar mucho.
Tras la señal de que todo estaba bien, indicaron un rumbo que empezamos a seguir. Empecé a sentirme cómodo otra vez. A disfrutar de mi ingravidez. A disfrutar del paisaje. Nacras, ninguna, pero había otra vida que había que observar y aprender a valorar. Una langosta en su agujero nos dio la primera sorpresa. Nunca había visto una en estado salvaje, así que fue la primera alegría del día. Después, una escórpora, habitual en mis pocas inmersiones, estaba posada en el fondo, con sus púas preparadas. La enfocaron con un par de focos, y le sacaron un par de fotos para la posteridad. En un estado de inmovilidad casi absoluta, me introduje en un banco de alevines de castañuela (Chromis chromis). En la anterior entrada te comenté cómo me gustan. Había por todos lados, yo no me movía, casi ni dejaba salir ninguna burbuja de mi regulador, y no se asustaron... Me rodearon. Creo que fue la mejor experiencia que he tenido hasta ahora en el buceo.
Seguimos moviéndonos durante un rato. Sólo por el hecho de haber bajado un poquito más allá de mi cota límite, llegamos a los diecinueve y medio) fue increíble. Conseguí esa paz interior que tanto nos gusta encontrar, iluminado por todo lo que allí había, rodeado de silencio, rodeado de unos compañeros que, allí, si que se preocupaban por mí y me iban preguntando en todo momento. Creo que intuían que algo había pasado en mi descenso.
Tuvimos que subir. Hicimos la parada de seguridad a los 5 metros durante 3 minutos. En total, la inmersión duró 41 minutos, nada mal teniendo en cuenta cómo había empezado aquello y cómo había quemado mi aire durante aquel descenso.
Creo que ayer aprendí algo que ya sabía por los libros y por Mark, mi instructor durante mi curso, algo que él me recalcó muchísimo: "Nunca debemos separarnos de nuestro compañero". Creo que no lo olvidaré después de esta inmersión.
Hoy he estado leyendo algún artículo sobre esta crisis de ansiedad que he sufrido, no debo preocuparme por ella...
El jueves, si el tiempo nos lo permite, iremos a bucear. Pero esta vez, tendré a mi lado, de compañero, a un amigo que a buen seguro permanecerá a mi lado en todo momento, igual que haré yo.
Que vaya bonito,