Montañas rusas

Aferrarnos a un sueño, destaparlo, mimarlo y girar y girar...hasta perder la razón, vivir la vida a pelo, olvidar que se terminó la fiesta, que se apagaron las luces, e irse con la música a otra parte. Hacer un alto en el camino y comprobar que por fin todo está ya en orden. Colocar el retrovisor, pero sólo para echarle un vistazo cuando sea necesario. Borrar de un plumazo el abecedario entero, las frases hechas, las mentiras,  y prenderse en la solapa un beso nuevo e inundado de frescura,  dejarse empapar por esas pequeñas cosas que son las únicas que tienen sentido en esta realidad donde se arrebujan, bajo el calor, deseos y anhelos. Saber que nada es nunca del mismo color, ni los croissants, ni el café au lait, ni las rosas;  tapizar la mañana de colores y alegrarnos la vida, haciendo algo así de sencillo como respirar, vivir y acariciar la mañana con un bostezo, subidos a esta montaña rusa que gira y gira, que sube y baja, haciéndonos cosquillas en las certezas y en la puntita de la nariz y  hasta en las mejillas y en tus pupilas que me ofrecen este instante en el que me miras y me veo.