Así es la historia, y la verdad es que extraño un poco a Leticia; hay momentos en que todo el tema me desborda y es como si me viese desde fuera. Toda mi vida, quiero decir. La veo como si fuese la de otra persona. Una vez leí en una revista que los que estuvieron clínicamente muertos por algunos segundos sienten lo mismo. Se ven desde afuera. Tal vez esté clínicamente muerto desde hace años, quién sabe, desde que vi Fantasía por primera vez, y lo que veo en momentos así, hace que estos veinticinco años de edad no tengan demasiado sentido.
El aprendiz de brujo.
Con mayor o menor conciencia de ello, todos estamos esperando con excitada resignación la puesta en marcha de una catástrofe universal y no nos damos cuenta de que ésta ya ha ocurrido. Admitirse como sobreviviente es una tarea tan dolorosa como inútil. Por eso la postergamos y así hemos llegado a la situación en que nos encontramos hoy.
Me gusta pensar que mi percepción de este fenómeno no es consecuencia directa de mi formación científica sino del haber nacido muerto. Fui declarado muerto después de un parto de catorce horas y permanecí muerto a lo largo de un minuto antes de volver a nacer ante el asombro de los médicos y el alivio de mi madre.
La formación científica.
Le sorprendió descubrir que empezaba a pensar en sí mismo en tercera persona. Se veía desde afuera y terminó entendiéndolo como otro síntoma de su reciente invisibilidad. Una vez leyó en una revista que los que estuvieron clínicamente muertos por algunos minutos sienten lo mismo. No estaba mal así; de algún modo dolía menos y se preguntó si estaba yendo hacia algún lado, si estaba a mitad de camino entre un lugar y otro.
Histeria argentina II.
Y hay veces en que el mundo resulta mucho más fácil de ser asimilado cuando contemplanos nuestra vida en tercera persona. Desde arriba, desde el más afuera de los lados posibles.
El lado de afuera.
FRESÁN, R. Historia Argentina. Barcelona: Anagrama, 2003.