En esas tardes, cuando estaba ya todo hecho y, sin embargo, quedaba tanto por hacer, veía como volaban erráticas las moscas. Hasta que se posaban y palpaban con sus patas buscando sustancias que pudieran absorber con su trompa. Entonces, cuando creían encontrar algo, daban vueltas sobre sí mismas para localizarlo. Ese era el momento. Zas. Y quedaba muerta.
