El mercado laboral de España se hunde. El récord de desempleados se supera mes a mes. La esperanza de muchos de conseguir un trabajo que les permita construir un proyecto de vida estable se hace cada vez más frágil. Y nadie sabe a ciencia cierta cuándo se invertirá la tendencia o si realmente el horizonte se ha hecho plano, derrotando la esperanza de bienestar y seguridad de la ciudadanía. La pregunta es poderosa: ¿Y cómo hace uno para ganarse la vida en un mundo en el que no hay más trabajos?
A medida que la era de la Información se asoma, queda claro que los empleos, tal como los conocemos, se están convirtiendo en algo obsoleto. En los últimos años, millones de personas han sido despedidas de sus trabajos. Muchos han buscado en vano otros empleos con sueldo, beneficios, o seguridad comparables.
Anteriormente, los despidos eran vistos como una medida coyuntural de reducción de gastos. Las compañías reducían drásticamente sus pagos para sobreponerse a los tiempos difíciles. Pero en cuanto la economía se recuperaba, volvían a contratar a sus trabajadores. Eso ya no sucede.
En este momento, la reducción (downsizing) ocurre por otra razón. Las compañías despiden empleados porque han mudado sus plantas fuera del país – para siempre, o porque la automatización ha hecho innecesario el esfuerzo humano. “La tecnología hace cada vez más eficientes a las empresas – con cada vez menos personas,” dice el economista Paul Zane Pilzer, autor de Riqueza Ilimitada: “Las compañías más lucrativas, son las que están reduciéndose más. Este proceso continuara acelerándose”.
En la actualidad, el achicamiento continúa, tanto en tiempos buenos como malos. La mayoría de los puestos de trabajo suprimidos nunca volverán. Incluso aquellas personas que continúan trabajando, a menudo tienen que transformar su perfil de empleado a contratista independiente. Mientras que el personal permanente se reduce, el personal eventual – aquellas personas que trabajan con contratos, con horarios flexibles o parciales – crece a un ritmo incesante. Los pronosticadores en economía predicen que en el siglo veintiuno será testigo de la muerte de los empleos tal como los conocemos. Ante esta situación la conclusión del vicepresidente de la Comisión Europea (2004-2010), Günter Verheugen, DG de Empresa e Industria, es alentadora: «Si queremos crear más empleo, Europa necesita jóvenes que estén preparados para afrontar riesgos y fundar su propia empresa».
En estos tiempos de crisis y de profunda incertidumbre, una palabra ha surgido con fuerza como fuente de esperanza: el emprendimiento. Necesitamos emprendedores que innoven, que creen puestos de trabajo y que aumenten la competitividad de nuestra economía. Pero ¿cómo animar a nuestro abundante talento a emprender en nuestro país? Desde diferentes instancias se está defendiendo la necesidad de un ecosistema de apoyo que facilite a los emprendedores su arriesgado camino en áreas tan diversas como la financiación, formación, investigación, asesoría, comunicación, innovación, y contactos y redes. (1)
Contribuir a que los emprendedores tengan las herramientas necesarias, tanto en la educación como en cuanto a recursos económicos y materiales para poder hacer realidad su proyecto emprendedor ha de ser una cuestión prioritaria en la agenda de las instituciones públicas, la empresa privada y la sociedad civil. El futuro de nuestro país se juega también en el delicado terreno de nuestra capacidad de reacción. De nosotros depende que muchos, jóvenes y no tan jóvenes emprendedores, lleguen a hacer realidad sus ilusiones y no se conviertan en ciudadanos que se limitan a conformarse con un trabajo precario o inexistente, con una educación que no responde a las exigencias del mundo actual.
Fomentar la cultura emprendedora es una herramienta fundamental para el crecimiento, el desarrollo económico y social y la competitividad de nuestro país. Por ello, hoy más que nunca se hace imprescindible que todos de manera conjunta asumamos nuestra parte de responsabilidad. En las familias y la comunidad educativa, debemos incrementar el compromiso social, fomentando hábitos, actitudes, valores y prácticas curriculares que incentiven la creatividad, originalidad e iniciativa, como un bien para los propios jóvenes y para la sociedad. Asimismo, en las empresas, hemos de valorar más y mejor las iniciativas emprendedoras de los jóvenes empleados, considerándolas un elemento de promoción y desarrollo profesional. (2)
No podemos ni debemos consentir que nos invadan análisis y perspectivas pesimistas ante la diversidad y complejidad de la situación actual. Por esta razón nace MOTIVIA y su programa de Acompañamiento a Emprendedores.
El Programa de Acompañamiento a Emprendedores (P.A.E.) es el instrumento privilegiado que ha creado MOTIVIA para ayudar a las personas a asumir la responsabilidad sobre su vida profesional mediante una apuesta clara por el emprendimiento, en cualquiera de sus formas, como respuesta a la actual situación del mercado laboral y a las exigencias de los nuevos paradigmas del Siglo XXI. Romper con la creencia de que emprender es “para otros” mediante el desarrollo de la adecuada mentalidad emprendedora. Ayudarles a entender quiénes son, qué les motiva y, a partir de estos puntos de partida, acompañarles en el camino que les lleve a alcanzar el éxito profesional.
(1) Clara Navarro. “Enseñar a emprender”. ESADE Blog
(2) Carsten Moser. Secretario General de la Fundación Bertelsmann. “Enseñar a emprender: una prioridad de país”.