Revista Diario

Móvil rojo, volamos a Moscú!!! (1ª parte)

Publicado el 01 mayo 2011 por Maricari

Me he visto con mi ruso... bajó de su Estación espacial...  no le quieren dar su pasaporte porque es un extraterrestre con lengua de trapo, cosas del vodka. Bueno, eso y que la Nasa ha puesto precio a su cabeza. Le han desmantelado como chatarra y sin embargo temen que pueda rehabilitarse fuera de la madre patria.
Se empeña en vernos pero tengo que entrar en su país como una turista porque me vigilarán, siempre vigilan respondí, por eso, es mejor coger una oferta turística en grupo y vuelo de bajo coste,  que por ¡narices!  tenía que estar 4 de los 8 días en la Venecia del Norte, la que está bañada por el helado río Neva, en inglés St Petersbourg, así me voy aclimatando a las ráfagas de frío siberiano, porque al vodka ya lo estoy.
Hay un pequeño problemilla, no hablo ruso y no he tenido tiempo de preparar mis conocidas tarjetitas, las habría hecho en un rojo precioso. No las necesitaría si fuera de la mano de mi Boris. O sí, dependería de la hora del día, porque en la Estación recién levantado no, pero pasado el mediodía, todos le entendíamos su dialecto vodkiano, creo que es porque es un lenguaje universal, si no me creéis, ¡probadlo!
Móvil rojo, volamos a Moscú!!! (1ª parte)Para este viaje llevo casi todo en rojo, el móvil y mis botas... en el avión sentí que me apretaban pero al bajar en el aeropuerto se han aligerado junto con los rublos de mi bolsillo, aunque éstos no son rojos. Es lo que tiene el pasar por el control y no ser matryoshka, te ven con ojos de tasa, pero en rublos contantes y sonantes.
Móvil rojo, volamos a Moscú!!! (1ª parte)¡Estoy mediomuerta! cuando llegamos al Hotel Taleón Imperial, pero ¿por qué lo llamo por su nombre completo?, basta decir Taleón, porque en esta ya frustrada capital, todo es imperial, por jactancia veneciana. Me siento como invitada en un palazzo del centro de la villa histórica. Necesito estirar las piernas, y los brazos, subo a la piscina climatizada del piso superior y después me entretengo 20 minutos en un baño de sal en el spa. Pero no han terminado las atenciones del Taleón, no, por unos módicos rublos tengo en mi mano la campanilla vocifera del servicio de mayordomo personal... y cuando entré en mi habitación... no pude ni ponerme el pijama de felpa, adiós a la campanilla, me lancé sobre la cama y me quedé como un cesto, soñando con mi Boris, estaba cerca, podía olerle o ¿era el vodka del minibar?
Primer día en la ciudad, por la mañana camino del Buffet me devuelven mi visado o fui visada por el recepcionista, no sé... es cuestión de perspectiva, la Nevsky desde luego, esta ciudad está regida por la Nevsky, sin dudas, se observa en la disposición de todos sus palacios y más palacios, el de Anichkov, Belozersky, Eliseev, el de Invierno que ahora es el Museo del Hermitage y, desde sus 5 edificios contemplo el río Neva tan helado que se me encogió el alma, y me dio por pensar... ¿y si Boris no me estuviese esperando? Me entró pánico y saqué mi móvil del bolsillo trasero del pantalón de pana que llevaba ajustado por los pantis térmicos. Toqué suavemente la tecla abreviada y la voz de mi ruso me calmó...
Móvil rojo, volamos a Moscú!!! (1ª parte)El guía se tomaba su trabajo muy en serio, excepto cuando se acercaba a unas y a otras lanzando el anzuelo, supuse que era coleccionista de turistas, para combatir el frío septentrional, y parecía empeñado también en que coleccionásemos las iglesias, la de San Salvador sobre la Sangre Derramada, la Catedral de San Isaac... ¡necesitaba un trago!... me escaqueé del grupo, ¡narices frías, necesitaba tarjetas!... no sé como llegué a mi hotel, no sé cómo me desaparecieron algunos rublos y mi ropa y cómo amanecí en mi cama... esta vez con el pijama de felpa del revés y apretando el móvil que me tenía la mano entumida... era mi segundo día en San Petersburgo, o eso debía de ser, porque solo había visto la noche el momento justo de hacer la foto y es que desde mayo a julio los días tienen casi 25 horas de luz.
Móvil rojo, volamos a Moscú!!! (1ª parte)Otra vez al primer mortal que encuentro es al guía, que me miró de arriba a abajo, mientras me decía, ¡vaya, ayer tarde llegamos suave! ¿eh?, y no pude evitar ver que llevaba su chaleco del revés, sentí un terrible dolor de cabeza, pero una de las chicas del grupo me susurró, no te preocupes querida, no le dejamos entrar, entre mi amiga y yo te quitamos la ropa que la traías toda empapada y te pusimos el pijama, no sabíamos si pedirte un sandwichs por si te despertabas con hambre. Muchas gracias, musité avergonzadamente, pero respiré aliviada.
El autobús nos paró justo delante de la impresionante estatua de Pedro el Grande, frente a los edificios del Senado, del Conservatorio y del Teatro Mariinsky. Aquí casi todo termina en sky... recordé el chiste de mi ruso el primer día cuando todos llegamos a su Estación, se presentó con su lengua de trapo, ya era más de media mañana, y nos dijo: soy el capitán Borisky, no lo pillé hasta que no me pilló él a mí varia veces y tuvo tiempo de explicármelo. ¡Qué dolor de cabeza, otra vez!, era como si oyera los cañonazos del Acorazado "Aurora" marcando el inicio de la Revolución Rusa, pero no era 25 de octubre, ni estábamos en 1917... ¡necesitaba un trago!... me puse en marcha hacia un barrio más bolchevique, desde luego... para escuchar la voz de mi ruso, saqué mi móvil y toqué su tecla... y me sentí como el hada de azúcar de ciruela...
En la mañana del Tercer día me encuentro, como ya era costumbre, al guía del grupo, y me comenta que no debo preocuparme por mi equipaje porque ya está cargado en el Tren, y que por supuesto, puedo sentarme junto a él, ¡mal se le está dando la pesca!, y pienso para mis adentros que se me debe notar la resaca, porque el tío me sigue entrando. Aunque anoche no bebí tanto, me acosté yo solita con mi pijama puesto ordenadamente, pero estoy en plan vampiro y ¡para estar fresca como una lechuga!, pienso hacer toda la hora de tren hasta Moscú dormida como un cesto. Le digo que nones y me pone mala cara, lo que hubiese agradecido tener tarjetitas para este viaje, pero no, tenía que venir en grupo, de turista... accidental.
Cuarto día en la capital, me esperaba en la estación mi Boris. Qué cómo fue el reencuentro, pues fue especial.  (CONTINUARÁ)
P.D.: "Los reencuentros, ¿por qué son tan especiales?"
Otra P.D. con mucho : "¡FELIZ DÍA DE LA MADRE!"
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