Revista Diario

Móvil rojo, volamos a Moscú. (2ª parte y final)

Publicado el 03 mayo 2011 por Maricari

Bajé del tren y estaba esperándome, grité como solo una española emocionada en la ceremonia de los oscar sabe hacer... ¡¡¡Borisky!!!
Y me cogió al vuelo besándome como un cosaco ruso, no sabía a espacio sideral, sabía a tundra en primavera. Cerré los ojos y pude ver mi trabajo con el joysti, los cargueros, la Tierra a kilómetros desde mi ventana, mis tacones y su barba rubia... ¡Estas mejor así, sin pelos en la cara, a juego con tu lengua! Reímos por la emoción del reencuentro.
Te veo muy bien, me dijo, y no llevas tus zapatos (recuerden que deben poner el adjetivo calificativo "rojo o roja" cada vez que la palabra esté en rojo, no voy a hacerlo yo todo, y cuidado con los singulares y plurales, je, je), pero llevas unas botas preciosas, y volvimos a besarnos. Subimos al autobús mientras el guía ponía cara de gilipollas y mi Boris le arreaba un par de rublos en el bolsillo del chaleco, fue una suerte que lo llevara ese día del derecho, sino, los tendría que haber recogido del suelo.
Era mi Quinto día del viaje y estaba en la capital, en Moscú, con mi Boris y nos aguardaban a todos en el hotel con el nombre más fácil del mundo, el Ritz Carlton, en el corazón de la ciudad,  donde se hospeda la crem de la crem repetía el guía sin parar para alegrar a su trup.  Mi Boris se apartó un momento de mí, mientras aguantábamos el discursito de bienvenida al hotel, para irse a cuchichear con el recepcionista que asentía un tanto nervioso mientras recogía un par de rublos de modo impersonal. Me hizo señas para subir por el ascensor y corrí junto a él. ¡No puede ser! Solté alegre al ver la habitación ¡Pero si yo tenía una single! El nido tenía el baño con  mármol portugués... y me sentí cerca de casa. Mi capitán ruso llamó al servicio de habitaciones por el telefonillo porque aquí no había Campanilla para llamar, ni Garfio para agarrar.
El camarero le indicó a mi ruso en un perfecto ruso, supongo, ya que yo no me enteraba de nada, que podíamos hacer el "ruso" del comedor "Petrus" que es privado, sólo para huéspedes, con bodega de vinos y "caviar terra" con especialidad rusa y georgianas y música tradicional rusa. O si lo preferíamos, subir al último piso a otro restaurante, el "02 Lounge" más moderno, o visitar el "Lobby Lounge y Bar" para tomar champagne y vodkas y aperitivos, con habanos selectos. Boris le soltó un par de rublos y nos dejó de dar la monserga, otra vez a solas. Comprendí que con él no necesitaba mis tarjetitas, tenía a mi Borisky, una estupenda habitación y eso sí, ¡tenía mucha hambre atrasada!
Mientras comíamos sobre la cama le leía lo contratado correspondiente a mi estancia en Moscú. Estaba prevista esa tarde una visita guiada para recorrer andando la Avenida Tvérskaya y llegar a la Plaza, visitar el Mausoleo de Lenin, el Museo de Historia y las paredes del Kremlin, el teatro Bolshoi, la Catedral de San Salvador, el edifico de Lubianka (antiguo KGB), el Convento Novodiévichi (Nuevas Doncellas) junto al lago que inspiró a Tchaikovsky el "Lago de los cisnes" y como colofón, la Catedral de San Basilio con las famosas cúpulas en forma de bulbo construida por orden del zar Iván, el Terrible

Móvil rojo, volamos a Moscú. (2ª parte y final)

Mi bárbara obra, mejor no pregunten ;-)

Si daba tiempo estaba previsto regresar por el Metro, llamado el Palacio del Pueblo que lleva en activo desde el 15 de mayo de 1935, todo un espectáculo visual...Móvil rojo, volamos a Moscú. (2ª parte y final)El sexto día visitaremos la Plaza de las Catedrales, donde están las de San Miguel, la Ascensión y la Anunciación, y por la tarde la visita a la Galería Tretiakov, gran mecenas ruso con más de 130.000 obras de artistas rusos y por la noche, el Circo de Moscú.
Al séptimo día visita a Serguiev Posa (llamado antes Zagorsk y ahora el Vaticano Ruso ya que en él vive el Gran Patriarca de todas las Rusias). Después visita al mercado de Izmailovo y al Búnker subterráneo de Stalin.
¡Paparruchas!, soltó mi "Boriskito" en un perfecto lenguaje de motor de F1 patinando sobre la erre doble. ¿No quieres ver Moscú?, pregunté, a lo que me contestó... ¡Ay, mi Matruska!, ¡Soy de Moscú!
¡Pero yo no!, proferí.
¡Oh, lo mejor de Moscú lo tenemos aquí!, dijo con una sonrisa a la que no podía resistirme, ni quería. Y miró en el minibar. ¿Quieres una Báltika?, ¡La mejor cerveza del mundo!
No, gracias, prefiero un Vodka, el mejor del mundo también, y sonreí como una colegiala.
Me alargó un vaso con el vodka y vio mi intención de beberlo rápido, por los nervios, pero me pararon sus palabras.
Matruskyta  ¿recuerdas qué te enseñé del vodka?.
¡Oh sí!, dije alegre, veamos, que no se mezcla con nada, que no se pone hielo sino que la botella debe estar fría, que siempre se acompaña de entremeses, ¿zakuski, verdad? y que hay que brindar.
¡Muy bien! Pues brindemos... ¡Na zdoróvie! (¡Salud!)
Y yo dije casi a la par ¡Naricestambién! como solía hacer y, volvimos a reír.
¿Queda Cherny jleb? (pan negro de centeno), me preguntó y mirando hacia la mesa, me salió un "Nie" rarillo, por el vodka, y reímos aún más.
Pidamos Borscht (sopa tradional rusa con repollo, tomate y remolacha). ¡Vale! dije yo, y así apagué parte de mi hambre.
De vez en cuando desayunábamos en el balcón mirando el bello paisaje a la hora de la cena o almorzábamos de madrugada, todo trastocado, llegué a perder la noción del tiempo, de los días, de las copas, del caviar  rojo (de salmón) y negro (de beluga, esturión, sevruga - procede del mar Caspio)... bueno tomamos mucho té (Chai), porque es lo que más se bebe en este país, curiosamente, es toda una tradición, un ritual tan rico como el japonés, llamado Chaepítie, con té negro, y en nuestra habitación había una vajilla tradicional "Gzhel" preciosa y un "Samovar" (calentador de agua para el té) aún más impresionante.

Móvil rojo, volamos a Moscú. (2ª parte y final)

ambas cosas, preciosas!!!

Solo sé que en uno de esos momentos mi Boris se puso un traje militar que sacó de su maleta y al observar que le estaba mirando con ojos incrédulos me dijo: ¿Qué? ¡Tengo que colaborar con mi madre patria! Me reclaman en la Nasa.
Y ¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿Por carta?
Entiéndelo, es mi vida, mi vida es el espacio y aquí me estoy matando sin hacer nada.
Era verdad y nos besamos, sus labios estuvieron largamente sobre los míos, eran felices, estaban muy acostumbrados a sentirse besados.
Y por la noche.. el reencuentro con mis compañeros de viaje, asistimos a la cena de despedida en el By night con vistas panorámicas a toda aquella parte de monumentos e iglesias iluminadas, y a la contemplación del las orillas del Moskova cayendo sobre ellas la puesta de sol, y mi Boris hizo tantos brindis y estaba tan guapo con su uniforme que me sentí la Reina de todas las Rusias, aunque él se empeñara en llamarme toda la noche su Matruska, como había hecho siempre.
Cuando me desperté, era el octavo día y estaba sola, él se había ido y sobre mis ropas había una rosa. Tras el desayuno buffet nos trasladaban al aeropuerto... ¿Me lo había perdido todo o me llevaba lo mejor?, no sabría decirlo, estaba aturdida, con ojeras, no había salido de la habitación en 3 días.
Al llegar a la recepción del hotel compré postales de los lugares moscovitas que no iba a ver por lo menos en este viaje. Y me dí de bruces con el guía, llevaba un jersey y una amplia sonrisa que me insinuaba que seguía pescando, mientras por ellos salían las palabras...
Te he reservado un asiento a mi lado para todo el viaje de regreso a España, no querrás que te pregunte alguien por los lugares de las tarjetitas que acabas de comprar y no sepas ni cómo se llaman. Nada, nada, ya te daré yo pelos y señales de ellos, que para eso estamos.
¡Me empezaba a caer bien la guía Michelín con patas!
P.D.: "Vaya, ¿será verdad que lo que unos tiran otros lo recogen y atesoran?... Desde Rusia con amor..."
{¡B U E N A_____S U E R T E!}

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