Cartel en la protesta ante la Puerta de Brandenburgo en Berlín el 3.10, día de la reunificación.
También en Diagonal.
En la ciudad alemana de Stuttgart se debate la constucción de una estación de ferrocarril que pasaría a ser la mayor de Alemania. Miles de ciudadanos están en contra del que consideran un proyecto faraónico. Las manifestaciones se suceden y aún no está nada decidido.
Ya son dos las reuniones en las que los ciudadanos contrarios al proyecto de macroestación se han reunido con el Deutsche Bahn, la empresa de ferrocarriles públicos, que no se descarta detener la obra de la polémica estación “Stuttgart 21”. Tras el fuerte movimiento social creado en contra de estación que pasaría a ser el corazón ferroviario de Europa, en Alemaniaquien se haya interesado habrá visto en la televisión el debate que ambas partes están teniendo sobre el proyecto. Las críticas se centran en que la estación proyectada pasaría a estar bajo el asfalto, y consruir en la superficie de ese modo un centro comercial, viviendas y oficinas. Para todo lo cual sería necesario enterrar cada una de las vías y construir todo un entramado subterráneo. Se aumentaría tan solo en tres el número de trenes que salen o llegan a la ciudad. Además existe una parte del proyecto, el trayecto hasta el aeropuerto, que aún no ha sido aprobado, y que podría encarecer el presupuesto incial de unos unos 11 mil millones de euros, según el pronóstico de la Oficina federal del Medio Ambiente. Aunque en un principio Steffan Mappus, el líder de la conservadora CDU en Waden-Würtenberg, se opuso a la idea, es posible que se celebre un referéndum para decidir el futuro del millonario proyecto. En la siguiente cita, la empresa presentará su proyecto con datos concretos. MIentras, las manifestaciones no cesan.
Qué es Stuttgart 21 y porqué se manifiestan los ciudadanosEn un primer momento, el ayuntamiento de Stuttgart y la propia Merkel, que ha apoyado personalmente el proyecto, afirmaban que se trata de una decisión democrática, ya que la han decidido los políticos de Stuttgart, que son los representantes de los ciudadanos. Sin embargo, ante la crisis económica que Alemania también está viviendo, a su modo y de forma menos acentuada, miles de ciudadanos de diferentes organizaciones políticas e ideologías se han venido manifestando cada semana en Stuttgart, la capital de Baden-Württenberg. La estación actual de Stuttgart presenta una serie de deficiencias, pero los manifiestantes creen que no es necesario contruir una nueva estación con un presupuesto tan elevado. Decía la RTL: “No son ciudadanos antisistema, sino ciudadanos completamente normales que ya no soportan que sus politicos se embarquen en proyectos faraónicos en medio de una crisis que les está costando cara a los contribuyentes”. Efectivamente, miles de alemanes no protestan únicamente contra la tala de unos cuantos árboles.
Pancarta en la manifestación de Berlín el 3 de octubre: “¿Queréis pegarnos a nosotros también? ¡Nosotros somos aún más débiles que vuestras víctimas infantiles!”
A Dietrich Wagner, un jubilado de 66 años, la cara estación ya le ha costado un ojo de la caraLas protestas comenzaron hace ya un año, pero solo han pasado a aparecer en los medios masivos tras el pasado jueves 30 de octubre, día en el que estaba previsto el comienzo de las obras y la tala de los árboles centenarios que componen el parque “Schlossgarten”. Ese día, más de un centenar de personas resultaron heridas por gases lacrimógenos y ráfagas de agua mientras se manifestaban de forma pacífica. Entre las decenas de miles de manifestantes había ancianos y menores de edad. Uno de los heridos fue Dietrich Wagner, cuya fotografía con ambos ojos sangrantes se convirtió en el símbolo de la violencia vivida por los manifestantes. El jubilado, de 66 años de edad, ha perdido la visión de uno de sus ojos tras ser alcanzado por una ráfaga de agua. Asimismo, la policía trató de bajar a los manifestantes que estaban subidos en los árboles para evitar su tala mediante manguerazos de agua a presión. Desde cinco metros de altura la caída no era desdeñable. Tras el revuelo mediático, y teniendo en cuenta que en Alemania, por lo general, la policía suele ser bastante más correcta que en otros muchos lugares, han comenzado una ronda de negociaciones entre los diferentes colectivos sociales y la dirección del Deutsche Bahn, la empresa pública de ferrocarriles.
Cómo se han organizado los diferentes colectivosAlgunos participantes de las protestas pertenecen a la organización Robin Wood, que también se colocan en las vías de los trenes que transportan materiales radioactivos, la llamada acción “Castorschottern” o parada del Castor, que es como se denomina el tren. La organización que aglutina a más personas es la denominada “No a Stuttgart 21“, que es apolítica y formada ad hoc. Otros han buscado formas divertidas de protestar y de financiar al movimiento contra la estación, como la propuesta “Loch 21” (agujero 21, literalmente), que propone unas divertidas prendas de vestir con el lema “Grab mit”, que significa “Cava con nosotros”, jugando con la idea de que la construcción de la estación supondrá el “mayor agujero”, ya que se trata de una estación en su mayor parte subterránea. Otros ciudadanos han orgnanizado una televisión on-line, Fluegel TV, en la cual pueden verse nuemerosas entrevistas a expertos y políticos hablando sobre la estación, así como un streaming 24 horas sobre la antigua estación con cámaras en diferentes puntos.
Evidentemente, los partidos políticos tratan de sacar sus réditos: el partido de los verdes, die Linke y el partido de los piratas son los dos partidos que están apoyando la organización de las protestas. De ahí que eleditor del semanario “der Freitag” afirmase que, en relación a lo que está ocurriendo en Stuttgart, personalmente es cauto, porque considera que se están politizando las protestas. Estas declaraciones las realizaba en el Congreso “Opinión pública y democracia”, celebrado en Berlín del 1 al 3 de octubre, y en el cual se firmó un manifiesto anexo al cual había una declaración de apoyo al movimiento ciudadano para la paralización de los trabajos de construcción de la estación. De hecho, aunque se consiguiese convocar un referéndum, que es lo que pretenden en gran parte los manifestantes, nadie garantiza que no ganase el “si”. Stuttgart tiene unos 600.000 habitantes, de los cuales alrededor de 100.000, según los organizadores, y de 70.000 según las fuerzas de seguridad, se han manifestado regularmente. Que se celebre un hipotético referéndum no garantizaría no tener otro día de mierda.
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Movilizaciones contra una obra millonaria
Publicado el 23 enero 2011 por CarmelanegreteTambién podría interesarte :