Revista Talentos

Mucho, mucho, mucho

Publicado el 22 diciembre 2017 por Aidadelpozo

¿Si se quiere mucho, mucho, mucho, los celos son inevitables? Véase que pongo tres "mucho" para dejar bien claro que para la gran mayoría de gente la excusa de los celos, a veces enfermizos, es que se quiere mucho, pero mucho, mucho. Supongo que, cuando se quiere tanto, el sentimiento de posesión debe ser inevitable, a juzgar por lo que he constatado cuando la gente habla de amor, los celos entran en la conversación y veo cómo el otro deja de ser el otro para ser "yo".

Es mi opinión, por supuesto, aunque basada en la propia experiencia y en lo que muchos amigos y conocidos me han contado de la suya. Y como te quiero tanto, veo mal que salgas con un amigo/a, porque te necesito y quiero tu tiempo, porque eso es lo que las parejas hacen, estar juntas. Y un amigo, sobre todo si es del sexo contrario... ya no puede serlo cuando estás con alguien. Está prohibido. Y se recurre al concepto que uno tiene de amor (que difiere del mío, sin duda), a que querer es renunciar, a que hay que pensar en el otro, en el daño que le causes, en que eso de querer tener un espacio para ti, cuando tienes pareja está mal visto y es, además, inviable.

Tengo una amiga que todo lo hacía con su pareja, incluso compartían las aficiones y deportes más absurdos. Desde fuera yo me preguntaba si era posible tanta afinidad. Y ya que comentaba con una sonrisa que su marido no podía vivir sin ella y que a ella no le importaba complacerle, pensé en que eran la pareja perfecta y, de hecho, la mejor avenida que había visto jamás. Pasado el tiempo me confesó que tanto ceder para ver una sonrisa en la cara de su marido, le quitaba la sonrisa en la suya. Complacerle en todo le había pasado factura y, aunque no estaba arrepentida, ahora se concedía, al fin, tiempo para no estar pegada a su marido y, con ello al menos, se sentía un poco mejor. Lloró cuando me vio feliz tras mi divorcio y le dije que me sentía al fin libre. Se lamentó de no hacer lo que ella quería para que él estuviera contento. Confieso que la entendí, y aunque este pequeño inciso no tenga que ver con el tema de los celos, creo que sí tiene que ver con la necesaria individualidad que no entienden quienes reprochan a sus compañeros de viaje querer disfrutar de ella.

Yo soy una de esas personas que quiere hacerlo, que quiere disfrutar del merecido viaje de los momentos privados, individuales, de los espacios a solas. Llenarlos con amigos, amigas, ocio, cultura o, simplemente, sana soledad reflexiva, es un derecho al que renuncié durante veintidós años y que creo merecerme.

Me cuestiono que amar tanto, que es la justificación de los celos, y que tanto oigo en los que te hablan de lo que está bien o no en la pareja; sea tan bueno como pregonan. No me siento bien cuando se me tacha de egoísta al reivindicar mi pequeño espacio, cuando se me cuestiona si amo, cuando me hacen sentir culpable por querer ser feliz. Y se me vaticina la soledad cuando mis niñas partan, cuando se vayan de casa. Se me augura, con mi postura "egoista", una vida rodeada de gatos, sin nadie con quien compartir mi sofá, sin nadie que me abrace por las noches, preguntándome en qué me equivoqué cuando nadie ha querido quedarse a mi lado.

No sé si será ese mi destino, y aunque espero que no lo sea, creo que quien me quiera de verdad, querrá verme sonreír y no marchitarme. Sé que mi vida anterior me marca en las decisiones que tomo, pero también creo que esos momentos "café", no deberían impedir que quien me quiera, lo siga haciendo.

Nos solemos quejar de que no nos dejan ser nosotros, pero luego queremos ser felices a costa de coartar la libertad individual del otro. Soy consciente de que muchos podrán decir que no tengo ni puñetera idea de qué es amar y que así me ha ido y sin duda me seguirá yendo en el futuro. Querer ser yo, ¡qué disparate! Es mejor hacer lo que el otro quiere, compartir amigos, unirlos y tomar esos cafés con mis amigos y sus parejas siempre. Es mejor no ir a ver a un amigo (sexo contrario, puntualizo) o que ese amigo venga a pasar un día en tu compañía, porque a tu pareja le parece mal (no se objeta tanto si es del mismo sexo), que discutir con tu mujer o marido. Es mejor no ir a taller de pintura y menos a bailes latinos, o al gimnasio, si a tu pareja no le gusta ir, porque estás restando tiempo para disfrutar con ella. Es mejor sentirte mal y, pese a ello, sonreír para que él sea feliz. Esas mismas personas que critican mi aberrante postura y me tildan de egoísta, hablan del derecho a ser felices. Supongo que su felicidad pasará por decir a todo sí y a comerse con patatas suas propios deseos y necesidades individuales.

Yo, que soy una loca insensata y egoísta, quiero sonreír con mi pareja y sin ella. Mi lucha interior pasa por conciliar mi faceta de individuo con mi faceta de persona que ama. Y constato, muy a mi pesar, que es muy difícil compatibilizar ambas facetas. Lo "triste" es que Aidi necesita de ambas cosas y por eso soy una egoista que acabaré sola. Y me estará bien empleado porque no tengo ni idea de qué es amar. Porque amar es ser celoso y justificar esos celos precisamente en ese gran amor que se profesa al otro, que pasa por ver mal que necesite de su individualidad.

Ahora me podréis decir, como dice el que se queja de que le pongan el codo en el costado en un metro atestado, de quien,se queje de los ruidos del vecino, del que lo haga de lo mal que va la enseñanza pública, "pues viaja solo, vive en un chalé individual, vete a la privada", VIVE SOLA SI NO ESTÁS HECHA PARA VIVIR EN PAREJA. A esos les pregunto si JAMÁS han discutido con la suya por sentir que se les estaba recriminando querer ese espacio. No hablo, puntualizo, de no tenerla en cuenta. Hablo de algunos momentos, de incluso media hora al día. Y, en cuanto a los celos, temed más a quien nada cuenta y hace lo que le sale de las narices a base de mentiras (ese nunca discutirá por reivindicar su espacio). Esa será la pareja que fracase, pues el que cuenta, aun a riesgo de que le caiga una lluvia de reproches, no te mentirá jamás. Algunos pensaréis que esta que suscribe no sabe lo que es el amor. Y me explicaréis, "divergente y katanera Aída", que amar implica llorar, sufrir, callar y vivir por otro. Pues no, para mí no es eso, porque eso ya lo viví y no lo viviré nunca más. Y como sé que si uno no lucha por defender aquello en lo que cree, está abocado al fracaso (léase separación, divorcio, ruptura), seguiré luchando para hacerlos valer. Prefiero eso, que acumular un cajón de mierda que luego pueda abrir para arrojarla contra el otro.

Y ahora, que lluevan las piedras.

MUCHO, MUCHO, MUCHO

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