Sentado en el muelle cae en su laberinto,
se siente ridículo e impaciente
cae en el pozo de las voces y muerde los codos de las paredes.
Sentado en la fila espera el sol en pijama con la taza vacía en la mano.
Espera que el color naranja se asome en su retina fina,
en su alma desprolija,
que entre el calor por el bolsillo del pantalón.
Está arrepentido y ya es demasiado tarde.
Ella es un espectro que da saltitos en el pasillo largo.
Un mal sueño sin desayuno,
sin pan,
sin luz,
sin música.
Ella es tan solo un recuerdo que se evapora como las palabras dichas,
las frases de ron, las miradas idas, las caricias, la fe, todo lo que pasó.
Sentado en el umbral espera comenzar de nuevo entre la vigilia de las nubes lentas,
los chicos que corren en el patio de abajo,
la mamá, la tía, la niña, la abuela y la anciana.
El agua lleva el sonido de la sangre y fluye por el camino incierto,
pero hay una luz en la sombra, hay una luz.
Sentado en el muelle, la espera.
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