El mensaje de entrada al sitio oficial de Apple no puede ser más impactante: Steve Jobs, 1955–2011. Con este mensaje, la compañía que hasta hace poco liderara Jobs le rinde un homenaje al hombre que la creó, la hizo renacer y la llevó a la cima.
“Apple ha perdido un visionario y un génio creativo, y el mundo ha perdido un ser humano asombroso. Todos los que hemos sido lo suficientemente afortunados para conocer y trabajar con Steve Jobs, hemos perdido un amigo muy preciado y un mentor inspirador. Steve deja atrás una compañía que solo él habría podido construir, y su espíritu será por siempre la razón de ser de Apple“.
A finales de agosto, por medio de una carta sorpresiva, corta y sin preámbulos, Steve Jobs había renunciado a la presidencia de la compañía. En ese momento, las razones de la decisión no fueron mencionadas, más allá de que hace seis meses debió retirarse para atender sus problemas de salud.
En enero de 2009, Steve Jobs había mencionado que su estado de salud era más complejo de lo que pensaba y que tomaría una licencia médica hasta junio del 2009.
El directivo, sobreviviente de un cáncer de páncreas, mencionó el 5 de enero de 2009 que estaba en tratamiento para superar un desequilibrio hormonal que lo hizo bajar varios kilos y aseguró que seguiría ejerciendo su cargo en la empresa. “Como muchos de ustedes saben, he
perdido peso durante todo 2008. El motivo era un misterio para mí y para los médicos”, afirmó en una carta abierta a la comunidad de Apple.
Perfil de un líder.
Tras haber fundado en 1976 a Apple en el garaje de sus padres, junto a Steve Wozniak, Jobs decidió en 1983 contratar a John Sculley, entonces exitoso presidente de Pepsi-Cola, para que fuera el presidente de Apple, mientras él se concentraba en el desarrollo de un producto revolucionario: el primer computador Macintosh.
La jugada no le salió bien y un año después el propio Sculley lo relevó de sus funciones y prácticamente lo degradó. En septiembre de 1985, Jobs dijo adiós a su compañía para emprender nuevos rumbos (NeXT Computer y la productora de animación por computador Pixar).
Mientras Jobs prosperó en sus empresas, Apple iba en picada, por culpa del propio Sculley y de sus sucesores en la presidencia. A mediados de los años 90 Apple no era la sombra de la compañía que popularizó la computación personal, y analistas y medios la desahuciaron decenas de veces.
Cuando todo parecía perdido, Apple necesitaba el software para su nuevo sistema operativo, y tras varios fracasos decidió comprar a NeXT, la compañía de Jobs. Así, este regresó a Apple a finales de 1996, y en septiembre de 1997 fue nombrado presidente interino.
Con un halo de profeta y otro de salvador, tomó decisiones drásticas y polémicas: firmó un acuerdo con Microsoft –en tiempos en los que Bill Gates era considerado enemigo público número 1 por parte de los fanáticos de Apple–, canceló alianzas con fabricantes de clones del Mac, y eliminó muchas líneas de productos, como la del Newton, el primer intento de computador de mano –algo así como el Palm de comienzos de siglo y el iPad actual–, o la consola de juegos Pippin.
Los éxitos no tardarían en llegar: en agosto de 1998 lanzó el iMac, un computador todo en uno que sacudió el mercado de computadores; a finales de 2001 sacudió otro mercado, el de la música, con el primer iPod, que luego sería imitado por todos pero que 10 años después conserva el 70% del mercado mundial; al mismo tiempo nació el sistema Mac OS X, que tecnológicamente fue considerado muy superior a su rival, Windows XP, aunque su participación en el mercado era mínima.
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