En mi casa de verano mis hijas han crecido con estas pinturas en la fachada de la piscina. Son murales que pintó un vecino jubilado al que quizás no dejaron que llenase su propia casa de un arte tan cuestionable. Pero sí la fachada de la zona común, que es de todos, no solo del artista.
Un año vinimos y el hombre estaba pintando un mural en la piscina y a ese siguieron otros siete y ocho. El entonces presidente, alguien del tipo de Antonio Recio, "yo soy mayorista, no limpio pescado", seres que existen en la vida real, le dio autorización para usar las fachadas de la zona común como lienzo.
El artista falleció ya, pero su legado permanece ya que, pese a que han pintado la fachada este año, los murales se han salvado, tal vez por orden de otro Antonio Recio o porque la memoria del fallecido es bastante alargada.
Así que tendré que seguir contemplado la escena taurina, al gondolero veneciano y a los acantilados con su espumita de mar hasta la siguiente mano de pintura. O quizás hasta me sobrevivan. Hay muchos Antonio Recio en la viña del señor. P'aburrir.