Te veo en el cuarto, dormida, desnuda. En silencio me acerco, explorando tu cuerpo, flotando, como detenido en el viento. Tu calor me llama, no puedo evitarlo, tengo que recorrerte… Empezando por tus piernas, siguiéndolas todas; tomándome el tiempo que me tenga que tomar, no tengo prisa, la noche es larga. Me detengo en algún punto, pero a los pocos minutos, sigo mi camino. Sigo por tus senos, moviéndome al ritmo de tu respiración, de nuevo, en algún punto me detengo; pero a los pocos minutos, sigo mi camino. Llego a tu cuello, a tu boca, rodeando tu cara, para llegar a tu oído, susurrándote mi presencia. De pronto despiertas y sin decir nada, con mi vida tú acabas... De un manotazo, muriendo en tus manos.