El casi recién llegado.
Hace unas semanas llegó a mi casa un reproductor de música: un Sony viejito. Le funciona el radio y se puede conectar al teléfono o a la lap -no sirve lo demás-. Llegó con un juego de bocinas, no sé qué tan buenas, pero estupendas para mí: mucho mejores que las que estaban en funciones.Y he redescubierto la música.
Las melodías son otra cosa. Algunas son increíblemente superiores a lo que oía de ellas. Otras, al contrario.
Y me gusta -también me gusta bailar-.
A pesar de que conozco las generalidades sobre el efecto de la música en el estado de ánimo, nunca le he dado el lugar que merece. He creído que no soy musical. Sin embargo, el día que llegó la música con el reproductor y las bocinas, mi cuerpo lo apreció; mi mente lo apreció; realmente me hizo bien.
Silvia Parque