“¿Por qué los ritmos y las melodías, que sólo son sonidos, se presentan como semejantes a las pasiones del alma?”
Aristóteles
Estatua fragmentaria: busto de plañidera, terracota pintada, Imperio Nuevo, Egipto, 1550-1425 a.C.
¿Cuál fue el papel que ocupó la música en las civilizaciones antigüas? ¿Qué instrumentos tocaban y quiénes los producían? ¿De qué materiales estaban hechos? ¿Qué forma tenían y cómo se colocaban? ¿Cómo sabacan los sonidos de los instrumentos? ¿Con motivo de qué acontecimientos los músicos actuaban? ¿Había estrella musicales? ¿De qué fuentes nos llegan las informaciones que tenemos sobre la música y los intérpretes de Mesopotamia, Egipto, Grecia, y Roma? En definitiva, ¿de dónde viene ese arte poderoso que controla las emociones humanas como ningún otro?
Tablilla que recoge el mito sumerio de la creación del hombre -entre ellos los músicos-, arcilla, Período amorrita, Mesopotamia, c. 1800 a.C.
“Ninmah creó con arcilla a un hombre ciego, no veía nada. Enki le asignó un destino. Le atribuyó el arte de la música y le situó en un lugar de honor ante el rey, como gran músico”.
Sibylle Emerit declara que “la Antigüedad consagra el nacimiento del músico”. La intención de demostrar esta afirmación es la razón de la exposición Músicas de la Antigüedad, muestra que nos ofrece la Obra Social la Caixa junto al Museo del Louvre, el Museo Arqueológico de Atenas, el Museo de Arte de Nueva York y otras instituciones más. Músicas de la Antigüedad es un gozo para los sentidos. Instrumentos musicales, sellos cilíndricos, piezas cerámicas, estatuas, estelas, mosaicos, monedas, papiros, anotaciones musicales… Más de cuatrocientas piezas nos hablan de música y músicos de la antigüedad. En concreto, la exposición abarca el período que va desde el III milenio a.C hasta el siglo IV d.C. En ella podemos apreciar lo que compartían los hombres dedicados al oficio de la música gracias a las rutas comerciales, pues a través de los caminos se expandieron los conocimientos musicales y los instrumentos de Oriente a Occidente. Pero, también, la exposición nos enseña las diferencias nacidas de las costumbres y de las creencias de cada pueblo.
En la pared: Claquetas con la esfinge de Hathor, marfil de hipopótamo, Imperio Nuevo, Egipto, 1520-1425 a.C. Modelo o pieza de mueble, madera dorada, Baja época, Egipto, 664-332 a.C. Posado: Collar menit, aleación de cobre, fayenza silícea, vidrio y piedra dura, Imperio Nuevo, Egipto, 1390-1353 a.C. Sistro bekhen con el nombre de Bastet, fayenza silícea, Baja época, Egipto, 664-332 a.C. Sistro arqueado, aleación cobre, Baja época, Eigpto, 664-332 a.C.
“La música es un lenguaje universal”, afirmó Wittgenstein. La música es un lenguaje universal porque se dirige al alma del hombre, porque no necesita intermediarios para conectar con sus emociones. ¿Qué no sabe la música de quebrantos y entusiasmos? Ella es la gran agitadora de pasiones, la controladora de toda la gama de los sentimientos humanos. De ahí su poder terapéutico, sugestivo, persuasivo y excitante.
Reproducción de un arpa angular egipcia del Tercer período intermedio (X-VIII a.C), madera, papel, fibra vegetal y metal. Fue realizada para la Exposición Universal de 1889.
No existe entre las artes ninguna que pueda igualar el efecto que produce la música en el hombre cuando este la busca o cuando ella lo encuentra, porque la música gusta de las sorpresas. Ni la arquitectura, ni la escultura, ni la pintura, ni la literatura, ni el teatro, ni siquiera la poesía, tienen las herramientas que la música posee para el manejo de la mente humana. Ningún espíritu es ajeno a ella. La conciencia de este hecho estaba presente en la Antigüedad. No en balde los hombres y mujeres de aquellos tiempos creían que la música manaba de sus dioses.
Los dioses crearon la música, los músicos y los instrumentos musicales, afirmaban. Y, por tanto, a ellos ofrecían conciertos y cantos. Mesopotamia caía rendida ante el dios Ea, Egipto lo hacía ante la diosa Hathor, mientras griegos y romanos los hacían ante Apolo y su lira. Cantos, himnos, plegarias e instrumentos estaban destinados en exclusiva a rituales religiosos. Pero la música abarcaba mucho más, formaba parte activa de la vida del hombre, estaba presente desde su nacimiento hasta su muerte. “Te llamo llorando hasta lo más alto del cielo…”, se lee en el papiro que recoge las Lamentaciones de Isis y Neftis, las hermanas de Osiris, el dios egipcio de la resurrección.
Los griegos creían en el poder catártico de la música, en sus propiedades curativas y espirituales. Platón afirmaba que elevaba el alma hacia un nivel superior de perfección (inspira sentimientos) y defendía la obligatoriedad de estudiar música. Todos participaban, con mayor o menor acierto, en los actos musicales, como espectadores, como participantes en concursos, como parte de los coros de la tragedia.
Estatuilla de Isis como plañidera, madera pintada, Período ptolemaico, Egipto, 332-30 a.C.
En la Antigüedad, cantar significaba encantar. Bonito y trascendente, ¿verdad? Encantar, seducir, fascinar, hechizar, conjurar… Las civilizaciones antiguas conocían perfectamente el dominio que ejerce la música sobre el hombre y la usaban como un instrumento de poder al servicio de intereses religiosos, culturales y sociales. Se tocaba en la guerra, en los nacimientos, en los funerales, en la corte, en las procesiones, en los desfiles, en los banquetes, en los certámenes deportivos, educativos, en los sacrificios, en ámbitos colectivos, familiares y personales. Había músicos profesionales y músicos amateurs y personas que estudiaban la música desde una perspectiva filosófica y científica. Había músicos por todas partes, en templos, palacios, teatros, mansiones, calle. Y había instrumentos para ricos (arpa, lira), instrumentos vinculados a ritos religiosos (sistros u otros decorados con pájaros o ciervos), instrumentos para la guerra (trompa, tambor, aulos, lira, tubicen) o para el amor (arpa), instrumentos populares (flauta, laúd, siringa). Y todos ellos compartían una misma intención: contentar a los dioses, eran usados como instrumentos mágicos de poder extraordinario.
Arpa arqueada portátil con cabeza esculpida, madera, Imperio Nuevo, Egipto, 1550-1295 a.C.
¿Y cómo sabemos todo esto? Fundamentalmente, la fuente de información proviene de donde se han conservado los objetos que hablan del pasado: los monumentos funerarios con sus estelas, tumbas y todo lo que custodiaban. Tienen las vasijas pintadas, de entre todas las piezas rescatadas, un papel protagónico. Por ellas sabemos cómo soplaban, golpeaban y frotaban sus instrumentos musicales.
Sonajeros en forma de pájaros, arcilla, Irán, 1500-539 a.C.
Arpas, cítaras, liras, sonajeros, sistros, claquetas, tambores, laúdes, oboes, flautas de pan, silbatos, trompetas, panderetas, aulos, tibias (imprescindible para el teatro romano), gongs, siringas…, instrumentos de suelo e instrumentos portátiles, se conocen gracias a los desenterramientos, a que aquellos hombres y mujeres se marchaban de este mundo llevándose con ellos lo que era suyo: ingenios musicales, utensilios domésticos, joyas…. Piezas decoradas con dibujos e incrustaciones que reflejan escenas de su vida cotidiana. Algunos de los instrumentos, por cierto, se conocen gracias a los dibujos, así como también la forma de tocarlos -colocación y gestos.
Mosaico de Orfeo, mosaico, Vienne (Francia), finales del siglo II d.C.
Pintaban cualquier acontecimiento de la vida, sobre todo los griegos. Y lo hacían en yeso, nácar, cobre, plata, oro, bronce, cañas de hueso, pieles y tripas de animales, vidrios, mármol, arcilla, terracota, maderas (pino, sauce, olivo, taray, sicomoro, cedro…) Estos materiales también eran usados por los artesanos para construir los instrumentos de cuerda, viento y percusión (la figura del luthier sólo se ha encontrado en la civilización romana).
Himno al dios Enlil, arcilla, Mesopotamia, Época amorrita, 1955-1937 a.C. Himno al dios Ningizzida, Época amorrita, arcilla, Mesopotamia, c. 1900 a.C. Ritual para la preparación del instrumento musical lilissu, arcilla, Irak, 331-141 a.C.
Las partituras -notaciones musicales- eran escritas en piedra. Las tablillas mesopotámicas, por ejemplo, recogen textos litúrgicos que eran interpretados por sacerdotes rapados. Era amplio el repertorio de plegarias destinadas a mitigar a los iracundos dioses que perdían los papeles por nada -los dioses tenían la culpa de todo, de lo bueno y de lo malo. Eran ellos los que regían el mundo y a ellos iban dedicados plegarias y ex votos.
Para rendir culto a los seres sobrenaturales de las religiones politeístas estaban, principalmente, los músicos aficionados, que también se ocupaban de las fiestas populares. Para los grandes eventos religiosos o de corte eran contratados los músicos formales, que tenían dominio de la técnica. Los músicos formales con un poco de suerte, si gustaban a los reyes, pasaban al listón más alto, al de astros musicales. Pero todos memorizaban ritmo y melodía, pues la forma corriente de transmisión era el boca a boca.
Segundo plano: Ánfora con figuras negras que celebra las bodas de Cadmos y Harmonía con Apolo tocando la cítara, arcilla, Atenas, c. 500-490 a.C. Ánfora con figuras rojas: Eros tocando el barbitón, arcilla, Atenas, c. 470 a.C. Primer plano: Pastor con siringa, bronce, Arcadia (Grecia), C. 500-480 a.C. Lécito de fondo blanco. mujer con barbitón, arcilla, Atenas, c. 460 a.C.
Sobre las vasijas griegas tienes una entrada en este blog titulada “¡Agón! La competición en la Antigua Grecia ¿Qué nos cuentan las vasijas?”
En estos tiempos que corren, donde todo aquello que no tiene forma material y uso inmediato es despreciado, la música pone de manifiesto la utilidad de lo que se considera estéril. Decía Wittgenstein que “la música habla al corazón, mientras que nada tiene que decir a la cabeza”. Ahí radica su poder inmediato de convicción.
El arte de los sonidos pone a salvo el alma humana porque, al provocar emociones, la eleva por encima de las garras de los nuevos esclavistas. Hablo de música, no de sucedáneos, no de hechicerías chapuceras para robotizar al hombre moderno, el “hombre apurado”, como diría Ionesco.
Al final, encontrarás un video que he preparado para ti. Es la primera vez que hago uno, así que cuento con tu indulgencia. Ahora les dejo con fotografías que realicé a algunos de los objetos expuestos en la muestra Músicas en la Antigüedad. Si estás, o pasas por Madrid, recuerda que más de cuatrocientas piezas han sorteado miles de años para llegar hasta ti. ¡No te lo pierdas!
GALERÍA
Lira asimétrica, madera de taray, aleación de cobre, restos de pintura, Egipto, Imperio Nuevo, 1478-1425 a.C.
Estela: el cantante Dyedjonsuiufank tocando un arpa arqueada ante el dios solar Ra-Horajti, madera pintada, Egipto, 945-715 a.C.
La inscripción dice: “Adorar a Ra cuando se levanta”. Se trata de una plegaria cantada por un sacerdote, pues la figura aparece descalza y rasurada. Se cree que la estela proviene de la tumba del artista.
Arpa de Imenmés, madera de acacia, cuero y restos de pigmento amarillo en las hendiduras de la inscripción, Imperio Nuevo, Egipto, 1550-1069 a.C.
Vaso con hombre tocando un tambor, barro cocido y pintado, Período meroítico clásico, Sudán, 100 a.C-100 d.C.
Campanillas antropomorfas, arcilla, Época romana, siglo II d.C.
Himno a Hathor de la estela del rey Intef II, caliza, Primer período intermedio, Egipto, c. 2108-2059 a.C.
Esta pieza, donde el rey ofrenda leche y cerveza al dios Re y la diosa Hathor con el fin de que lo protejan en el mundo de los muertos, recoge la primera alusión al rito sonoro “Ihy-uab”.
Detalle del arpa arqueada presentada en la introducción.
Trompeta, aleación de cobre, Asia Central, 2200-1700 a.C.
La civilización del Oxus, (Asia Central) usaba las trompetitas en las cacerías como reclamo. Las encontradas en excavaciones en otras zonas de Asia (Gonur, Turmenistán e Irán Oriental) están relacionadas con ritos funerarios.
Estatua de Osiris momiforme, madera, tela estucada, aleación de cobre, alabastro, vidrio y doradura, Período ptolemaico, Egipto, 332-30 a.C.
Estatuilla de Eurípides sentado, mármol, Italia, siglo II d.C.
A los lados de la estatua aparecen señaladas treinta y seis obras suyas, de las que se conservan nueve. Esquilo, Agatón y Timoteo de Mileto revolucionaron la música ateniense de finales del siglo V a.C. En Grecia, los autores de tragedias eran considerados compositores, pues las obras incluían texto, música y danza.
Pandereta, madera de acacia, Egipto, siglos VIII-VII a.C.
Este instrumento era utilizado en rituales religiosos y guateques.
Óstracon: arpista, caliza pintada en tinta roja, Baja época, Egipto, 664-610 a.C.
Los tebanos utilizaban el óstracon para hacer prácticas de dibujo. Aquí observamos la posición en la que el músico toca el arpa. Parece viejecillo y padece los gajes de su oficio: espalda curvada, vientre abultado y cara arrugada.
Fragmento de la “Placa de la campana”. Escena de procesión báquica, arcilla pintada, Italia, siglos I a.C-siglo I d.C. Pan baila con un sátiro. Pan toca la siringa y el sátiro dos címbalos. A cada lado hay una ménade, la de la izquierda parece cantar y tocar el tympanum y la de la derecha toca el aulos frigio.
Sarcófago con las nueve musas, mármol, Roma (Italia), 150-160 d.C.
Llevan instrumentos Euterpe (tibia) y Erato (cítara).
Copa donde aparece una mujer tocando el laúd, fayenza silícea, Imperio Nuevo, Egipto, c.1300 a.C.
Pájaro androcéfalo tocando la siringa, caliza, Chipre, 600-550 a.C.
Cabeza de toro, fragmento de una lira, cobre, nácar y lapislázuli, Época sumeria, dinastías arcaicas, 2900-2350 a.C.
Crótalos con forma de manos (especie de castañuelas), madera de olivo, Baja época, Egipto, 664-332 a.C.
Lámpara fragmentada, arcilla, Segunda mitad del siglo I d.C, procedencia desconocida.
Las palmas a los lados del músico y la corona que se encuentra encima de su cabeza hacen referencia a algún concurso musical de la cuenca mediterránea.
Estatuilla de mujer con sistro, aleación de cobre, Baja época, Egipto, 664-332 a.C.
El sistro fue el instrumento más utilizado en los rituales dedicados a Hathor, la diosa de la danza, la música y la alegría.
Estatuilla de Neftis como plañidera, madera pintada, Período ptolemaico, Egipto, 332-30 a.C.
El enano Bes bailando y tocando la pandereta, fayenza silícea, Imperio Nuevo, Egipto, 1550-1069 a.C.
En las tumbas se han encontrado figuritas tocando instrumentos. Creían en el poder de la música más allá de la vida terrenal.
Bes tocando la lira, aleación de cobre, Baja época, 664-332 a.C.
Una curiosidad: Aparece quien hizo el encargo de esta pieza arrodillado ante el popular Bes, divinidad protectora de hogares.
Caña (oboe), madera; estuche de oboe, madera pintada. Imperio Nuevo, Egipto, 1295-1069 a.C. Al centro, claqueta con el nombre de una cantora de Amón, madera de granadilla, Imperio Nuevo, Egipto, 1550-1069 a.C.
La entrada Músicas en la Antigüedad. Piezas que emiten mensajes sonoros. se publicó primero en El Copo y la Rueca.