Revista Talentos
Nacer para morir
Publicado el 08 mayo 2015 por Lamagiadelcaleuche
Es triste pensar que en algún momento ya no estaré, y que será un no estar para siempre. Será un nunca más a la existencia, de lo que no podemos tomar verdadera conciencia, porque al hacerlo, les juro, el corazón se te sale por la boca y comenzás a irte pero de manera consciente. No hay palabras para describir tal sensación... Es como si tu alma y tu aliento se fueran alejando mientras tu cuerpo permanece inmóvil, pero sin corazón. En fin, dicen que las sensaciones se hicieron para sentirlas, no para contarlas. Se irán olvidando mi voz y tendrán que verme en fotos para recordar mi cara, haciendo un gran esfuerzo para no olvidar mis gestos... Que tarde o temprano inevitablemente se van a diluir. Pero lo que más me atemoriza no es ir desapareciendo lentamente de las cabezas de quienes me amaron... Lo que más me atemoriza es olvidar a mis seres amados... Me da terror que pueda olvidarme de mi hijo y del amor que siento por él. Que quizá al cambiar de estado, los recuerdos se borren automáticamente y la mente quede en blanco. Miedo a olvidarme de quienes me han dado tanto y no ser agradecida por todo lo que me han enseñado; por aquello para lo que no tengo palabras sino sólo sensaciones, que llegan a mí, como luz de atardecer que no quiere sucumbir en el ocaso de una tarde de verano. Como esa sustancia que a veces te hace brillar los ojos. Ojalá pudiese abrazarte de tal forma que a la muerte no se le ocurriese separarnos. Yo entonces no dejaría de abrazarte ni un instante. Ojalá fuese el amor una excusa para la eternidad, pero lo cierto es que las cosas se acaban, y no podemos hacer nada para impedirlo; absolutamente nada. Pero hoy aún estoy aquí, aún me queda tiempo para escucharte, aún puedes contarme cómo fueron aquellos años de tu infancia, hablarme de tu soledad y cómo es necesitar a personas que se han ido, para poder enseñarte a no necesitarme.©by EleoIlustración:Takato Yamamoto