No sé a ustedes, pero a mí lo que me sorprende es que nadie se sorprenda. Sale por la tele todo este informe del despilfarro supino y fariseísmo extremo, y al personal no se le mueve ni una ceja. ¿Será que el dióxido de carbono también derrite las neuronas y por eso ya nadie se queda helado al enterarse de tanto disparate? ¿O será que nadie mueve un músculo precisamente por eso, porque se ha quedado helado?Cualquier cosa puede ser, porque, ya que hablamos de helados, el telediario se marcha de Copenague a Oslo para seguir su informativo, esta vez con la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz a un novel, como es Barack Obama, que no solo no ha hecho nada para merecerlo sino que, además, declara al aceptar el galardón que "la guerra es necesaria".
Toma ya. Y seguimos sin mover una ceja cuando este líder mundial, que ha llegado a serlo entre otras cosas por saber vender la paz (de mentirijillas), acepta el kilo de euros con una mano mientras con la otra envía 30.000 nuevos soldados a Afganistán, ya saben, donde se desarrolla una guerra imprescindible para garantizar el futuro de los Estados Unidos.
Sanseacabó Nº 64, emitido por 98.3 Radio
