Las últimas declaraciones de Rafa Nadal, en las que arremete contra Federer por no criticar la dureza del calendario del circuito de tenis, distan mucho de cuando era imbatible y se encontraba en pleno asalto al número uno, en posesión de Roger Federer , jugaba todo torneo que le fuera posible hasta el punto de que si hubiese tenido que ir a jugar el máster de Somalía, lo hubiera jugado. Ya sea por pasta o por prestigio, en esa época no reparó jamás en el calendario.
”Estoy en desacuerdo con él (Federer). Es muy fácil decir ‘yo no digo nada, todo es positivo’, queda como un gentleman… y que se quemen los demás. Terminar tu carrera con dolor en todos los sitios del cuerpo no es positivo. Igual él acaba su carrera como una rosa porque tiene un físico privilegiado, pero ni Murray ni Djokovic ni yo acabaremos de rositas”
Desde hace meses su discurso ha cambiado bastante.Después de saborear el número Uno, se dedica a criticar el sistema que, junto a su enorme calidad y su extraordinario esfuerzo físico, le ha permitido hacerse multimillonario. Estoy de acuerdo que andar de aeropuerto en aeropuerto y de hotel en hotel no es muy agradable aunque parezca lo contrario. Puedo asegurar que no lo es. Pero ganar esas cantidades de dinero solo jugando a tenis es imposible. Cuando alguien te paga esas cantidades de dinero lo que te esta diciendo es que “quiero parte de tu vida y si tengo que llevar el circo por todo el mundo tu vendrás y si digo que bailes lo tendrás que hacer”.
El individualismo en el tenis es un reflejo del exito en nuestra sociedad, especialmente la occidental. Rafael Nadal, en este caso, es una víctima del individualismo del éxito.A pesar de no ser un tipo que ponga excusas, en este caso no está siendo consecuente con su actitud. Apuntarse a todos los torneos , previo paso por caja, y luego quejarse del exceso de partidos es incoherente.Lo que uno dice tiene que parecerse a lo que hace para que tus palabras tengan fuerza.
Esto afecta incluso a las buenas personas, que solo alzan la voz cuando se sienten afectados o amenazados directamente. Lo defino como una carencia de altruismo social. Mientras todo va bien no se mira como se consigue ni que se arriesga a cambio del éxito.Es respetable pero hay que ser consecuente. Cuando se vendían los pisos como churros a nadie le importaba subir los precios más de un 40 por ciento (y me quedo corto) nadie miraba como iba afectar a la economía del país, lo importante era comprar y vender rápido a un precio desorbitado. Ahora somos todos los que pagaremos la ambición desmedida de los especuladores.
De algún modo el éxito se vive de modo individual y el fracaso colectivamente, gano yo perdemos todos. Si conseguimos cambiar esta actitud e invertir una pirámide donde los que tengan éxito ayuden a otros a conseguirlo o beneficiarse de él.
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