Pálida está la luna que amanece cansada
con la angustia de tanta luz
Se quema el sol que atardece ansioso
con el miedo de lo visible
con la declaración del control
Camina el cuerpo celestial
temblando de frío interno
ardiendo de fierros pensamientos
siempre nublado y siempre atento
Se agita el cielo de tanto exhalar
y llora en lágrimas frías
en hielos viejos y nubes vacías
las noches que no son días
se van las horas eternas en ningún día
en aullidos invisibles y en gritos de roca
se diluye la vida en la vida
se apaga el cosmos en el cosmos
y con él la felicidad y la sonrisa