A los cuatro años, como a muchos niños de esa edad, me dieron a conocer los cuentos clásicos de Dickens, perrault y Andersen... entre otros. Pero mi madre, ávida lectora y viajera infatigable, tuvo la feliz idea de relatarme en su lengua de origen y a su manera, los relatos que según su criterio eran más interesantes para ella y para mi. Una noche apareció entre sus manos un libro que rápidamente despertó mi atención... recuerdo los movimientos de sus labios al pronunciar el nombre del autor: "Gibran Khalil Gibran". Me lo repitió dos o tres veces para ver mi carita de asombro e interés. Tuve la impresión que mi progenitora recitaba esas palabras a modo de conjuro o ritual mágico momentos antes de abrir las páginas.A la hora de escoger de entre todos los relatos poéticos que formaban parte de este libro, su preferido - en eso coincidíamos -era"LA GRANADA". Siempre que la encontraba predispuesta, rogaba a mi madre que me lo volviese a contar, una y otra vez, pero sin que olvidase el ritual de pronunciar aquel misterioso nombre. Nunca, ni una sola noche, lo narró de la misma manera ni con la misma entonación... aprovechaba ese momento de complicidad entre ambos para darme su propia versión y hacerme partícipe de sus pensamientos y emociones. Aquello determinó fatalmente mi relación con las frutas. Me convertí en un apasionado fructívoro y en un viciosillo frutero. Claro que podía pasarme una eternidad para pelar una naranja, una manzana, una pera, una granada... me enfurecía que el cuchillo hiriese la pulpa y desparramase cruelmente el líquido de sus volúmenes. Aún conservo esa delicadeza de ir poco a poco disfrutando con el tacto, la tersura o el granulado, el aroma y el desparrame de los jugos. El mismo tacto que mi madre empleó para darme a conocer el corazón de las personas.
Teo Rada
"Una vez viví en el corazón de una granada y escuché a un grano decir: - Algún día llegaré a ser un árbol, y el viento cantará entre mis ramas, y el sol danzará sobre mis hojas. Seré fuerte y hermoso durante todas las estaciones. Entonces otro grano habló y dijo: - Cuando yo era joven como tú, también tenía esa clase de sueños; pero ahora que comprendo el valor de las cosas, me doy cuenta de que mis aspiraciones eran vanas. Y un tercer grano también habló: - Yo no veo nada en nosotros que prometa un futuro tan espléndido. Y un cuarto dijo: - ¡Qué inútil sería nuestra vida si no tuviéramos un porvenir mejor! Dijo un quinto: - ¿Para qué discutir sobre lo que seremos si aún no sabemos lo que ahora somos? Y un sexto replicó: - Pues aunque no sepamos lo que ahora somos, siempre seguiremos siendo lo que ahora somos. Y un séptimo dijo: - Tengo una idea muy clara de cómo será todo, pero no logro expresarla con palabras. Luego hablaron un octavo, un noveno y un décimo, y muchos otros, y cuando hablaban ya todos a un mismo tiempo, entonces no pude comprender nada de lo que decían en medio de tantas voces.Por eso, aquel mismo día me trasladé al corazón de una manzana, en donde los granos son pocos, se escuchan unos a otros y viven en silencio."
Hoy he querido hacer esta humilde y doméstica aportación en vídeo a este relato de khalil Gibran, que me dió a conocer mi madre y que me acompaña desde la niñez...
Todo en esta vida tiene su réplica... Namur, no iba ser menos.
WYM9F8DNYD65