Revista Diario
Nandi en el hospital
Publicado el 31 mayo 2012 por LaguaridaNANDIEN EL HOSPITAL
-Pobre cerdito, me da tanta pena matarte… ¡Ya sé!, romperé el cerdito de papá qué seguro que además tiene más dinero. Jo, que listo soy. ¡Mamá, mamá!-Ay, hijo, déjame un rato tranquila, ¿quieres? Que está terminando la telenovela y...-¡Mamá, mamá!-¿QUÉ?-¿Puedo romper el cerdito?-¿Eh…? ¿Para qué? -Para contar mi dinero.-¿Contar…? Oye, ni se te ocurra acercarte por Pet Mascotas. Ya sabes que tienes terminantemente prohibido tener animales.-Que no, mamá, que no es por eso…-Entonces, ¿para qué quieres romper la hucha?-Pues para ver cuánto dinero tengo ya.-Pero, ¿para q…? Ay, mira, haz lo que te de la real gana. Con tal de que me dejes…-¡Vale, gracias, mamá!-De nada. De todas formas, el pobre infeliz debe tener cuatro céntimos… ¡Mierda, se terminó la telenovela y no me he enterado del final!
-¡Hola, Herminio!-¡Ay, Señor!, hola, Nandi. Oye, ya sabes que no…-Que no se tocan los animales… Ya lo sé, hombre. Vengo a comprar…-¡Ja! No te lo crees ni tú. Si te vendo un solo bicho, tu madre me mata…-¡Don Herminio, al teléfono, dicen que es urgente!-Voy, Carlos.-¿Quién es Carlos?-¿Y a ti qué te imp…? Uf, Carlos es mi nuevo empleado, pequeño cotilla. Ah, mira, aquí está, Carlos.-Creo que son los que nos trajeron las falsas coral, don Herminio.-Está bien, voy a ver qué quieren. Carlos, quédate tú mientras en el mostrador. Y vigila a este mico.-Sí, señor. ¡Hola, chaval!-¡Hola, Carlos!-¡Anda, sí ya sabes cómo me llamo! Bueno, ¿cómo te llamas tú? ¿Y qué haces por aquí?-Me llamo Nandi, ¿no te suena mi nombre?-No.-Y, ¿no conoces a mi madre, doña Angelines?-Pues no.-¡Qué bien! Digo…, que ven…, que vengo a comprar un nuevo Roque.-¿Roques? Creo que no tenemos de eso…-¡Qué risa! No se entera de nada. ¿La falsa coral hace ruido?-No, ninguno.-Pues quiero una.-¿Y de dónde piensas sacar el dineral que cuesta, amiguito?-¿Te vale con esto?-¡Joder! Vale, vale, es suficiente. Te voy a explicar algunas cosas sobre estos animales.-Bah, seguro que está chupado.
-¿Lo tienes claro, chaval?-Que sí, Carlos, que sí. Uy, ya viene Herminio. Bueno, me voy.-¡Adiós, Nandi! Qué chaval tan curioso…-¡Joder, la madre que los parió!-¿Qué pasa, don Herminio?-Estos desgraciados nos trajeron serpientes de coral comunes, creyendo que eran falsas coral.-¿Y?-¿No lo entiendes? La coral común es una de las serpientes más venenosas que existen, Carlos, que no te enteras. Menos mal que aún no hemos vendido ninguna… ¿Por qué te pones tan rojo, Carlos? ¿Qué sucede?
-¿De dónde vienes, Nandi?, si puede saberse. Se suponía que bajabas un ratito al parque.-Es que…-Déjate de esques, anda, y tira, no te quites el abrigo que tenemos que irnos al hospital.-¿Al hospital?-Sí, a ver a mi primo Enrique que está pachucho y… ¡Anda!, y ahora se pone a sonar el teléfono, pues no pienso contestar. Ya volverán a llamar. Venga, Nandi.
-Vamos, doña Angelines. Vamos, vamos, conteste… Mierda, no lo coge. ¿Cómo se te ocurre, Carlos? ¿Cómo se te ocurre venderle la serpiente al crío?-Y yo qué sé, don Herminio. Usted siempre me ha dicho que lo primero es la venta, sea como sea y a quién sea. Déjeme que vea qué dice Wikipedia…-¿Güiqui qué?-Es una enciclopedia, hombre. Aquí está…, dice que la serpiente de coral es una de las más venenosas… -¡Ay, Señor, ya te lo dije!-Bueno, hombre, espere… Dice también que la mordedura no es dolorosa ni provoca hinchazón en la zona afectada.-Ah, bueno, mira, eso parece bueno... ¿Qué más, qué más?-Bueno… es que añade que si no se aplica un antídoto, la neurotóxica comenzará a perturbar las conexiones entre el cerebro y los músculos, provocando dificultades en el habla, visión doble y parálisis muscular y, en último término, paro respiratorio y cardíaco.-Doña Angelines me va a matar…
-¿Nandi, hijo, qué narices te pasa, te estás meando?-No, no…-Pues deja de tocarte ya por todas partes que me estás poniendo nerviosa. Parece que se te haya metido una culebra por los pantalones… No sé qué te hace tanta gracia. Bueno, a ver si es posible que seas bueno por una vez. A partir de aquí no pueden pasar los niños, así que te vas a quedar en esa sala de espera. Yo tardaré un buen rato. ¡Pórtate bien!-Que sí, mamá, no te preocupes.-Está bien, adiós.-Ya se ha ido mamá. Ya puedes salir, Roque. Que gracioso eres, no paras de sacarme la lengua. Dice Carlos que comes ratoncitos, y eso está muy mal, ¿eh? Aunque yo creo que es porque nunca has probado las chocolatinas. ¡Eso es, vamos a comprar chocolatinas!
-Nos meteremos en ese cuarto a comernos las chocolatinas. ¿Qué pasa, Roque, no te gustan?-Juan, mira a ver por qué está abierta esa puerta.-Sí, jefe.-Oh, oh, viene alguien. Corre, corre, Roque, escóndete en este armario. Jo, qué risa, me troncho, si tú no puedes correr. No te preocupes, que yo te cojo… ¡Ay! Qué malo eres, Roque, me has mordido. Te voy a meter en el armario y luego hablamos. Jo, como me duele la mano…-¡Eh, tú, pequeñajo! ¿Qué diablos estás haciendo en el cuarto de contadores? ¡Eh, no te escabullas…! Será posible…-¡Jefe, jefe!-¿Qué pasa, Juan?-Mire, ese niño ha debido hurgar en el cuadro general, se oye un chisporroteo.-Apártate, Juan. A ver… ¡Dios mío, hay un cortocircuito! Pero, ¿qué es lo que lo provoca? ¿Una serpiente?-La quitare de ahí…-¿Pero que haces inconsciente? ¡No toques ahí, aparta! ¡Ah!-¡Adiós, como se está tostando este hombre! ¿Jefe, le duele algo? ¿Jefe…? Madre mía, que de chispas… Aguante, jefe, que voy a echarle un cubo de agua para apagarlo. ¡Ahí va… hala! Ahora sí que hay chispas… Bueno… y encima se va la luz. ¿Jefe, jefe…?
-¡Vamos, vamos, dejen paso!-¡Espera tu turno, macho!-¡Pero, hombre no te das cuenta de que es urgente, que llevo a este hombre con la tripa abierta! Además, tú llevas fiambres. Esos ya no tienen prisa.-Sí, sí, como no los llevemos pronto a una cámara frigorífica, vas a ver como corréis todos.-¿Nandi, hijo, dónde estás?-¡Señora, no empuje!-Es que estoy buscando a un niño…-Los de pediatría fueron los primeros desalojados, señora.-¡Dejadme! ¡Prioridad, prioridad! ¡Llevo un electrocutado!-¡Eh, tú, ponte a la cola…! ¡Coño! ¿Qué le cuelga a ese de la mano?-Una serpiente. No preguntes. No sé cómo diablos llegó ahí. Y, venga, dejarme pasar que este hombre se muere.-¿Y qué te crees que le pasa al espasmódico de esta camilla? ¿Qué está bailando?-¡Nandi, Nandi!-¡Señora, no moleste! ¡A ver, el de la linterna, que alumbre por aquí! ¡Niño, bájate de la camilla, por Dios, que esta anciana está recién operada! Tranquila, señora, la llevaremos a otro hospital y allí... ¡Niñó, cuidaddo, bájate por el otro lado!-¡Ay, ay, ay! -¡Nandi!-¡Mamá…!-¡Nandi, hijo! ¿Qué te pasa? ¡Un médico, por amor de Dios, un médico!-¡A ver, ahí delante, desalojen!-¡Otro con prisas! Espera, hombre, que se ha desmayado un crío… ¡Oh, oh, mi espasmódico ya no se menea…!-¡A ver, los de delante, mover el culo, que ya no caben más camillas en los pasillos! -¡Un médico, un médico! ¡Nandi, Nandi, reacciona…!
-Entonces, doctor…-No se preocupe, doña Angelines, es un simple empacho de chocolatinas. Que haga un poco de dieta durante unos días.-¿Y las picaduras de la mano?-Habría que decir mordedura para ser más correcto. Y parece de serpiente…-¡Serpiente!-Sí, le hemos hecho pruebas y no le ha afectado de ninguna manera. Es un hecho insólito, alguna culebrilla inofensiva, supongo. En fin, no le de importancia.-Gracias, doctor. Adiós. ¡Nandi, no corras! ¡Verás cuando lleguemos a casa!
-Don Herminio, al teléfono, son los de las serpientes, que dicen que no, que no se habían confundido, que estemos tranquilos, que son de la especie falsa coral auténtica, o sea falsa- falsa… Jo, qué lio… En fin, que no hay peligro, que todo ha sido un malentendido…
FIN (el de Roque, electrocutado; el del jefe del último trabajo de Juan, por idéntico motivo; el del paciente con la tripa abierta; el del espasmódico; el de los puntos de la anciana recién operada; y el del estado de congelación de los fiambres y, consecuentemente, del aire respirable por el que pasaron los cientos de desalojados).