Sobre los hombros de una hermosa sirena, tallada en bronce, se empina un joven ansioso por ver reflejado su rostro en el agua.
Sirena y joven, fundidos, componen el asa.
Ella lo ayuda a cumplir con su sueño, pues sabe que en el fondo de la vasija relucen esmeraldas y ágatas.
Tocan a la puerta dos tasadores expertos. Estos señores, con ágiles garras, atrapan el aguamanil y vierten el líquido en otra ánfora.
-Hay que probarlo, explica uno de los entendidos.
Narciso se esfuerza, ha llegado el momento por él tan ansiado. El joven, arqueando su cuerpo de plata dorada, se empina y descubre su orgullo reflejado en la claridad del agua.
¡Se parte en dos el asa! Por la boca de concha se escapa su alma.