Habil de palabras
Una cuadrilla de ladrones, a la espera del juicio, estaban preocupados por las duras condenas que estaban aplicando los tribunales.
—Urgente, necesitamos a un hombre que nos defienda de manera tan elocuente que ningún juez pueda condenarnos, reflexionaban.
Recordando sucesos, valoraron la habilidad del Mullah con las palabras y le contrataron como abogado. Nasrudin se presentó en la audiencia y pronunció una defensa tan convincente que todo el palacio de justicia quedó convencido que los hombres eran inocentes. El Mullah había puesto tanta energía en su actuación que empezó a sudar. Segundos antes que el juez ordenara la liberación de los acusados, su abogado no pudo resistir el calor por más tiempo. Se quitó el manto y pidió a los guardias que lo pusieran en una celda.
—¿Por qué quieres encarcelar a tu manto?, preguntó el juez.
—Oh, si estos hombres van a ser liberados, quiero asegurarme que mi manto se encuentre en un lugar seguro, contestó Nasrudin.