Eso digo yo
—Al fin y al cabo, le comentaba Nasrudín al poderoso Tamerlán, que disfrutaba con la compañía del Mullah, nunca buscaríamos a nadie si antes no hubiéramos conocido su existencia, pues nadie puede buscar lo que no conoce.
—¿Entonces, si yo conozco las repuestas, para qué hago las preguntas?
—Eso digo yo, gran Tamerlán, eso digo yo.