Un deseo
El Mullah Nasrudín tenía un búfalo. Los cuernos separados le hacían pensar que, si lograse sentarse entre ellos, sería como estar subido en un trono. Un día, cuando el animal estaba distraído, fue hasta allí y llevó a cabo lo que se proponía. En aquel mismo instante, el búfalo se levantó y lo arrojó lejos.
Su mujer, al ver aquello, se puso a llorar.
—No llores, le dijo el Mullah en cuanto logró recuperarse. He sufrido, sí, pero al menos he realizado mi deseo.