El asno astrólogo
El Mullah Nasrudín estaba cansado de ser astrólogo de la corte. La tensión de saber que cualquier predicción errónea podía costarle la cabeza le convenció de buscar un sucesor. Un día, llevó a su asno hasta el enorme trono cubierto de joyas.
—Majestad, no puedo seguir leyendo las constelaciones, porque he encontrado a un astrólogo mucho más cualificado que yo.
Dicho esto, señaló al asno.
—¿Cómo un burro asqueroso va a estar más cualificado que tú?, dijo el rey.
—Pues, posee dos cualidades fundamentales que yo no tengo: orejas lo suficientemente ridículas para escuchar interminables preguntas estúpidas, y una voz lo bastante absurda para responderlas, contestó Nasrudín.