Burlando a las estrellas
Nasrudín se había hecho un nombre como adivino de la ciudad, pues sus predicciones se revelaban, en general, acertadas.
Un día, se acercó a él una anciana y le preguntó:
—¿Dónde está mi hijo mayor, Bedar, y cuál es su suerte?
—Vive en Bagdad, contestó el Mullah, y permanecerá allí con buena salud durante muchos años.
En ese momento, llegó a la ciudad una caravana de comerciantes.
—¿Vive aquí la madre de Bedar?, preguntó uno de los camelleros. Su nuera me ha pedido que le diga que Bedar ha muerto y que ella vive ahora en la India.
La multitud, enfurecida, se volvió contra Nasrudín.
—¡Eres un estafador!, vociferaron. ¡Tus predicciones son una farsa!
—Amigos, exclamó Nasrudín, no soy un estafador, sino un insensato.
Las constelaciones indican que Bedar disfruta de buena salud, pero
fui un insensato al leer la fortuna de un hombre que se burla de las estrellas.