Jaliz y el águila
Cierto día, Nasrudín fue invitado a una reunión de jefes religiosos. Los reverendos se complacieron sobremanera haciendo alarde de su conocimiento del Islam. Uno especulaba sobre el color del caballo del Profeta, otro sobre la comida favorita de los ángeles. Un tercero dio una información sumamente prolija de la creación del mundo, y un cuarto una descripción detallada del cielo. Finalmente, Nasrudín no pudo aguantar más la presunción de aquellos hombres.
—¡Jaliz!, tronó, para gran asombro de los jefes espirituales.
—¿Es eso un nombre, Mullah?, preguntó uno.
—¡Por supuesto!, exclamó el Mullah. Me sorprende que lo tengas que preguntar. Ése era el nombre del águila que se abalanzó sobre Moisés, llevándoselo.
—Pero no hay ningún documento que diga que Moisés fue llevado por un águila, clamaron los reunidos.
—Entonces Jaliz es el nombre del águila que se abalanzó sobre Moisés y no se lo llevó, dijo Nasrudín con mirada altanera.