Muerte sobreviviente
El Mullah Nasrudin y su vecino estaban comparando historias de ruina financiera.
—Tú puedes ser muy pobre Mullah, dijo el otro hombre, pero yo debo tanto que no podré pagar todo lo que debo en mi vida. Mis hijos tan pronto tendrán que cargar con mis deudas, y ellos, desdichadamente, a su vez, serán incapaces de pagarlas. Y así, la deuda seguirá impaga hasta que el Ángel de la Muerte venga a arrancarme el alma.
—Yo que tú, sugirió impávido Nasrudín, detendría inmediatamente las devoluciones y esperaría a que muera primero el Ángel de la Muerte.