Confusión ontológica
Andaba el Mullah Nasrudin por la concurrida ciudad de Bagdad cuando chocó con otro hombre y ambos cayeron al suelo.
—Perdón, dijo educadamente mientras se levantaba, ¿tú eres tú o eres yo? Porque si eres yo, entonces yo debo ser tú.
—Seas quien seas, eres un completo lunático, replicó el otro hombre al oír la pregunta del Mullah.
—Es que tú y yo somos de una complexión similar y llevamos ropas parecidas. Pensé que podría haberme confundido en la caída.