Dos desastres
Nasrudín estaba en el palacio del emperador, en Samarcanda, cuando llegó un mensajero con noticias de hambruna en un país enemigo.
-Demos gracias a Dios; el hambre ni siquiera se ha aproximado a mi gran imperio desde que estoy en el trono, se jactó el Conquistador.
-Dios, muchas veces, puede actuar de maneras misteriosas, dijo el Mullah, pero sin duda alguna ni siquiera él enviaría dos desastres a Samarcanda al mismo tiempo.