Digno del rey
—Nasrudín, preguntó el monarca, eres el tesorero de la corte. Dime, ¿cuánto vale tu soberano?
—Cien monedas de oro, Majestad.
—¡Cómo te atreves a pronunciar una cifra tan miserable! ¡Solamente mi espada ya vale eso!
—En efecto, Majestad; he calculado el valor de vuestra espada, sin la cual no seríais mi soberano.